Apuntes sobre la revolución educativa en Yucatán (III)
El poder de la pluma
El Primer Congreso Feminista celebrado en Yucatán en 1916 fue la tribuna que permitió expresar los anhelos de justicia, igualdad y equidad que las mujeres venían reclamando desde años atrás, logrando congregar a más de seiscientas participantes, sobresaliendo el mayoritario grupo de profesoras que representó una de las principales corrientes del feminismo. Las discusiones del Congreso se rigieron por cuatro principales puntos, notándose las diferencias de percepción que se tenían en la época sobre el papel o el lugar del hombre en relación con los derechos de la mujer y su reivindicación en la sociedad.
La historiadora Alicia Canto Alcocer menciona en su tesis Las mujeres a escena: feminismo y revolución en Yucatán 1915-1918, que al interior de las congresistas existía división entre las mujeres que temían y las que no el hecho de que el feminismo las enfrentara a los hombres. En su caso, la profesora Candelaria Ruz Patrón mantuvo una visión clara que expresó en su intervención, afirmando la necesidad de la inclusión del hombre en la lucha por los derechos de la mujer; al respecto dijo: “Y si somos revolucionarias, si queremos transformar la vida de la mujer, si pretendemos igualarnos a los hombres, es necesario buscar el camino en los principios de la libertad que hará verdaderamente fuerte a la mujer moderna… y si no procedemos así… tendremos que inclinar nuevamente la cerviz ante el hombre porque para nada habrá servido este Congreso y porque nada habremos podido hacer”.
La profesora Ruz Patrón formó parte de la comisión que dictaminó a favor de la Educación Racionalista durante el Primer Congreso Educativo de 1915. En su exposición señaló que el feminismo no pretendía que las mujeres se impusieran a los hombres, sino que proponía la igualdad intelectual y el camino a seguir para llegar a esa igualdad se basaba en las ideas del liberalismo, aunque, años después, la congresista se destacara por su adhesión al socialismo. También habló de la mujer como profesora y de manifestar el estado social de la misma: “El maestro adocenado cree que su único deber es llenar el programa científico, y apenas si se acuerda que es su propio ejemplo el que ha de servir de modelo a los nacientes corazones [...] Arma poderosa fuera en las manos del maestro la dignidad, para formar hombres libres y fuertes, que respondan al desarrollo físico y moral de la sociedad, si se le maneja con la debida atención […] Las ventajas que adquiere el profesor que logra formar un lazo de amor entre él y sus educandos no necesitan enumerarse”. Firme en sus convicciones morales y revolucionarias, la profesora abogó por el compromiso y la conciencia para transformar la realidad de los infantes y de la mujer. Su figura despunta junto a miles de mujeres del magisterio yucateco que se registraron en la historia aportando su ejemplo, ideas y convicción a las causas vigentes del feminismo y la educación. Como testimonio y legado quedan las Actas del Primer Congreso Feminista para su estudio y divulgación en favor de una mejor sociedad (Continuará).