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Michael Foucault -filósofo francés que murió de sida en 1984- explica que el poder no lo ejercen exclusivamente el estado o la plutocracia, sino también las personas de manera individual y el conjunto de la sociedad de manera general, atravesando por grupos y organizaciones; las palabras de Foucault son: “El poder está en todas partes y viene de todas partes”. Rechazaba rotundamente que el poder sea un instrumento que se puede poseer y utilizar como un arma; aseguraba que las cosas no son poder, sino solamente la capacidad de ejercerlo, y se convierten en poder hasta que se usan; insistió en que el poder no es algo que algún individuo posee, sino un verbo que se aplica a otros, una actitud que afecta a las acciones de otros.

Foucault lo ve como una “relación” y no como una cosa; para explicar la naturaleza del poder, hace caso omiso de las obras clásicas de El príncipe, de Maquiavelo, y El “Leviatán” de Hobbes, y lo centra contra toda la sociedad. De esta manera explora las diversas relaciones de poder que existen en los niveles de la sociedad; incluso minimiza la que existe entre un ciudadano y el estado, pero aborda con amplitud otras, tales como la que priva entre empleados y jefes, entre padres e hijos, entre los miembros de organizaciones y grupos genéricos, etc., considerado como el micropoder.

En el interior de las izquierdas son la “izquierda queer” y el feminismo extremo dependiente de ésta los que sirven como esquiroles para romper con el núcleo compacto de emociones políticas, que busca reivindicar los derechos económicos y naturales de los ciudadanos movilizados en Latinoamérica contra del neoliberalismo; se percibe como una izquierda oportunista, no interesada en las mayorías, y tiene su fundamento en las ideas de Foucault anteriormente expuestas.

En Santiago de Chile, hace algunos días un grupo de estas y estos protagonistas se ha aprovechado de la capacidad de organización social de la izquierda con visión de economía política para lanzar su himno “El violador eres tú” y es muy probable que lo que conseguirán será que las clases medias y sectores sociales próximos a la religiosidad “pinten su raya con un hasta aquí” y retiren el apoyo otorgado al movimiento original.

En Brasil, precisamente este tipo de manifestaciones próximas a Dilma Rousseff fue, en parte, uno de los factores que provocaron el surgimiento de Jair Bolsonaro y que la sociedad le retirara el apoyo al Partido de los Trabajadores.

Políticamente, representan pocos votos y muchos problemas; en un punto crítico, a mi parecer, será muy complicado que la sociedad decida defender los placeres sexuales de otros y más si consideramos que la sexualidad es un asunto privado.

Ese movimiento y su himno le darán la oportunidad a los “dueños de todo” y que otros sectores cansados de “ofensas” se organicen a través de la sociedad mayoritaria con una propuesta mediática moderna -que evite el compromiso de distribución económica- y desvíen inteligentemente la energía social hacia otros temas.

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