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El término “seguridad energética” no está definido cabalmente, pero está relacionado con el embargo petrolero de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) durante 1973 hacia los EE.UU., que coadyuvó a la recesión económica mundial de mediados de esa década, se incrustó en el discurso de los actores políticos, que lo referían primeramente a la movilidad de personas y mercancías; después el concepto no involucró solamente un sector económico, sino que se refiere a la base operativa de toda la economía.

Desde el ámbito de la academia diplomática, la seguridad energética se asume desde tres enfoques:

I) El geopolítico, plantea que lo fundamental de la seguridad energética radica en la soberanía; parte de las preguntas: ¿dónde están los recursos energéticos, quién controla los recursos energéticos, cómo lo realiza y cómo debería ser? Su respuesta privilegia la información geográfica de los recursos, los accesos, los actores involucrados y los mecanismos de operación, pero, según quien lo plantee, su respuesta será diferente por carga ideológica. La consecuencia de la aplicación de este enfoque ha sido alentar la producción local, la diversificación de las fuentes de suministro, el desarrollo de infraestructura de energías alternativas, la racionalización del uso de la energía.

II) El tecnológico propone que lo importante de la seguridad es lo robusto del sistema y expone las siguientes preguntas: ¿qué tan vulnerables son los sistemas energéticos y cuáles son los límites de los recursos? En su respuesta no le interesa saber quién controla los sistemas energéticos, sino qué tan vulnerables son técnicamente hablando, para eso considera los accidentes en las diferentes partes del mundo y las fallas producidas por los fenómenos climatológicos; la respuesta a la segunda pregunta la orienta a las limitaciones naturales, el inminente agotamiento de las reservas de gas y petróleo y la próxima transición hacia otras fuentes alternas, considerando al medio ambiente.

III) El económico determina que lo importante de la seguridad energética es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, y acepta como pregunta original: ¿qué hacer para evitar el fallo de los mercados energéticos? Su solución busca preponderantemente los mercados de inversiones y la reducción de riesgos financieros, auxiliados por modelos teóricos, su misión es la privatización y evitar los abusos a través de diversos organismos reguladores.

Concluyo: la seguridad energética se garantiza desde el poder real, contemplado por el enfoque de soberanía energética, a la que especifico como el derecho de las naciones y los pueblos a determinar, por sí mismos, las decisiones relacionadas con toda la cadena energética a su disposición, y la gestión para satisfacer las necesidades de reproducción de su vida social. Por otro lado, el enfoque tecnológico y sus preocupaciones de vulnerabilidad son exclusivamente un componente de la soberanía, la que está inmersa dentro del complejo geopolítico cambiante; mientras el enfoque económico se reduce a un gestor de mercados, siempre subordinados a la geopolítica. Ejemplo: la prohibición de exportar gas por parte del estado soberano de Texas, que repercutió en México.

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