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Aunque todos nos catalogamos como seres humanos, no todos demuestran al cien por ciento su humanidad, por el contrario en algunos y algunas sus instintos más primitivos y bestiarios permanecen siempre en la corteza de su ser, esperando cualquier pretexto para explotar y demostrar que el instinto para ellos y ellas es superior a la razón.

El recurso negativo surge en el momento que los primitivos y bestiarios toman decisiones importantes que impactan a la sociedad –a la que muchas veces se deben-; dentro de su falta de sentido común crítico aparecen dos problemas sistemáticos, el presentismo y la falta de capacidad de consciencia.

El presentismo es aquella creencia irracional de que solo existe el presente, mientras que el pasado y el futuro son irrealidades; ante ello la toma de decisiones proviene desde las vísceras, demostrando ante muchos un lado oscuro que ellos mismos no quieren ni ver, ni aceptar. Tampoco se afirma que sean seres oscuros, ya que los seres humanos somos seres dicotómicos, es decir, somos producto de la dualidad de luz y sombra, incluso en los más primitivos; sin embargo, están convencidos de que su identidad es luminosa, sin asumir los errores de su presente que afectan a los que les rodean; les cuesta demasiado aceptar que albergan –desde su sentido de crítica limitada- pasiones destructivas e inconfesables en la epidermis de su ser.

Históricamente –y aunque no lo quieran reconocer- los bestiarios a lo largo de sus acciones crean sus propios monstruos, llegando el irremediable momento en el que éstos los terminan dominando y, ante su incapacidad de ver, continúan equivocándose en su día a día, como si se encontraran en un bosque oscuro y con ruidos extraños, llenos de miedo y en lugar de enfrentar aquello que no entienden y que les asusta, deciden seguir de frente, muy dignos –según ellos-, vulnerables, asumiéndose como presas y víctimas, en vez de mirar… de mirar por elección.

Por otro lado aparece la falta de capacidad de consciencia, que en otras palabras es la falta de conocimiento que tiene un ser de sí mismo y de su entorno, ya que, además, los primitivos se rodean de personas que los alejan de su realidad, que les pintan un mundo que no existe y que, entre aplausos y palmadas en la espalda, asumen que toda coloca a los primitivos en un ambiente enajenado de la realidad, alejándolos del sentido común crítico que tanto les hace falta.

Sin embargo, no todo está perdido, ya que el mejor remedio para la oscuridad es la luz, y en este caso serían la consciencia, la empatía, el pensamiento crítico, el estudio del pasado y el análisis del futuro, y aunque somos seres dicotómicos, siempre puede ser más grande nuestra parte positiva que nuestro monstruo interno.

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