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Los profesionales de la salud empoderados, sin importar la política o el espacio clínico o poblacional, nos esforzamos y dedicamos no solo nuestro tiempo extra sino parte de nuestro sueldo al mejoramiento de la calidad de vida de nuestros consultantes y/o participantes, pero no somos los únicos que hacen eso; las maestras en las primarias compran materiales para adornar su salón y hacerlo más ameno para sus alumnos, los de intendencia compran escobas o trapeadores para mejorar su trabajo, los burócratas compran plumas, lápices y borradores para poder realizar sus actividades día a día; en fin, todos los que trabajamos en el sistema público en este país damos parte de nuestros recursos financieros para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas a quienes atendemos. Nuestro compromiso más que con una institución es con la población vulnerabilizada, en muchas ocasiones, por tomadores de decisiones que no dan la cara para el beneficio de la misma.

Para nosotros, los profesionales de la salud, salvar vidas es toda una vocación, pero la solución al problema del desabasto y falta de infraestructura no puede basarse en nuestra generosidad; la bondad y el amor a nuestra profesión son infinitos, pero nuestro sueldo no lo es y éste nunca será suficiente para pagar las diálisis de las personas con nefropatía, las quimioterapias contra el cáncer, los biológicos para la atención de los diferentes tipos de artritis reumatoide o los antirretrovirales de las personas que viven con VIH.

Estamos ante muy malos administradores públicos, ya que el buen administrador tiene que prever cualquier situación que se pueda salir de las manos; una de ellas, en el caso de la salud, es la distribución de medicamentos, ya que es injustificable que para limpiar los procesos de corruptelas las personas fallezcan por ausencia de medicación. Es impensable que los procesos administrativos se hayan vuelto tan ineficientes que el mismo presidente esté pidiendo que los profesionales compremos los insumos, más de lo que ya hacemos.

Si por algo se ha caracterizado el presente gobierno es por manifestar su nula experiencia en administración, basta recordar el desabasto de gasolina que tuvimos al principio de año y que tuvo efectos económicos importantes, pero en este caso los efectos son de vida o muerte y ahí sí no se puede mirar a otro lado.

El país que describe el presidente y que ve en su imaginario está muy lejos de la realidad de millones de personas, me preocupa que se asuma que ya estemos en un país perfecto, cuando en realidad deberíamos estar en un proceso de construcción constante, donde no sea una sola voz la que diga que todos viven en un país feliz, sino que sea la realidad de todas y todos los mexicanos.

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