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El aleteo de una mariposa en Rusia puede provocar un huracán en México y en términos de economía y mercados esto puede ser catastrófico, y es que durante los últimos días hemos tenido una alta volatilidad e incertidumbre en los mercados internacionales, principalmente por el efecto del Covid-19 y aunque nuestro país ha tenido buena suerte en el frente epidemiológico al contener la entrada de casos y evitar su propagación, siguen aumentando fuera de las fronteras de China, lo que coloca a otras naciones en vulnerabilidad económica que pueden transmitirle a nuestro país, además de la contracción de las exportaciones como estrategia para disminuir la propagación del virus.

Asimismo, grandes potencias de Asia han cerrado fábricas y reducido a porcentajes históricos la apertura de negocios para continuar previniendo la propagación del virus y esto tiene como resultado una reducción en la demanda de combustibles, en especial el petróleo, que, como sabemos, ante una menor demanda tiene un decremento en sus precios, lo cual no nos conviene como país productor dependiente del crudo.

Pero, además, por si una pandemia no fuera suficiente, el viernes pasado se reunió la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en busca de llegar a un acuerdo para que, mediante la reducción de su producción, se pudieran elevar los precios del crudo y mantener un ambiente de estabilidad económica, pero nada más lejano a la realidad porque Arabia Saudita no solo rechazó esa negociación sino que además informó que produciría más barriles de petróleo y remataría los ya existentes. Esta decisión fue como una bomba para las bolsas de valores, las cuales registraron ayer una caída de entre el 5% y el 7% y un peso mexicano debilitado, llegando a cotizarse a 21 pesos por dólar.

Y es así como entramos a una semana llena de incertidumbre, aunada al retraso de Canadá que aún no aprueba el Tratado de Libre Comercio (TMEC). El presidente López Obrador deberá presentarnos una vacuna en materia económica, un antídoto que nos lleve a continuar en una estabilidad económica, algo que disminuya el creciente déficit externo, la inflación y los efectos de los mercados internacionales; el problema es que aun en situaciones menos adversas la Presidencia de la República no ha podido hacer frente a las dificultades económicas y sociales, y en esta ocasión no hay forma que pueda culpar al pasado de la crisis económica actual.

Nuestra realidad es muy distinta, ya no existen reglas ni nacionales ni internacionales y eso solo genera incertidumbre, la cual es el terreno fértil para que el sistema financiero internacional desate un virus que deje al borde de la muerte a los países con mayor debilidad económica.

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