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Como nunca, ahora he pensado en la importancia del tiempo. Ese que dedicas a otros, que se queda en el limbo, que dejas simplemente pasar y sobre todo que no aprovechas al máximo. Estar con el otro tiene su gracia, hay que dedicar minutos a los demás de verdad, no solo estar sentado frente a la o las personas con el celular en la mano riendo de lo que pasa en la distancia, mientras ignoramos a quienes tenemos junto.

No nos damos cuenta de la falta de respeto que estamos provocando, nos estamos acostumbrando a vivir así en el espacio digital y escribo en plural porque me he incluido entre los que cometemos esta falta.

Más en el espacio de trabajo que en el privado, porque me vigilo constantemente para no caer en el error. Pero el fin de semana me vi disculpando a otro que en la mesa de una deliciosa cena con amigos dedicaba tiempo a su móvil porque seguía trabajando. Era viernes a las 9 de la noche.

No es el único, conozco un montón de personas que hacen lo mismo y cuando eres tú la que interrumpe un momento para mirar la pantalla eres atacada o sorprendida con algún comentario malvado. Se lee biográfico. Lo es.

¿Qué nos está pasando? Si lo disculpo a pesar de la incomodidad de otros es porque me veo reflejada en ese momento. He tenido reclamos -y eso es que me considero de los que no viven a través de su móvil- que no son comunes.

Sin embargo, dicen quienes me acompañan en la jornada laboral que me desconecto de nuestros momentos físicos de reunión y me voy a otro sistema solar y es cuando pienso en el número de accidentes provocados por el WhatsApp, mi mayor debilidad seguramente porque ahí llegan muchas de las solicitudes, noticias y comentarios del día a día que si descuidas (según yo) mucho tiempo se llena.

Pero, más allá del respeto a los demás, el riesgo de un accidente y la cantidad de percances que se dan en Mérida todos los días son asombrosos, a niveles en que la Organización Mundial de la Salud dice que el riesgo aumenta cuatro veces más que cuando no tienes distractores visuales, cognitivos, físicos y hasta auditivos.

Esas son las cosas que me asustan y hacen soltar el celular cuando manejo o camino. Pero mis compañeros de trabajo me han puesto a pensar en que tengo que establecer mayores reglas para el uso propio de los aparatos inteligentes.

Los accidentes por dejarse llevar son muy peligrosos, ¿quién no puede contar la historia propia o de alguien conocido que en medio de un silencio tuvo la pésima suerte de recibir un video con gemidos y además darle play? ¿O bien reenvío a quien no debía un video, fotos o letras que tenían otro destinatario?

Por eso yo aprovecho que es lunes y que tengo una nueva tarea para reunirme con amigos que como yo respeten el tiempo de todos. Que sea feliz.

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