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Me gusta mucho viajar, incluso cuando los caminos son breves, pero, si la distancia del traslado es mayor, disfrutar la ruta es una obligación. Por alguna razón, la expectativa de sitios desconocidos crece a pesar de que en los tiempos actuales los dispositivos electrónicos permiten compartir casi en vivo otros escenarios y eso debería evitar la especulación por lo desconocido. No es así.

Conocer Sonora me sorprendió a pesar de la corta estadía. El calor es hasta agradable, las vistas son maravillosas, sus puertos, ciudades, gastronomía, en fin, todo increíble como cada estado de este maravilloso país llamado México.

Sin embargo, las similitudes con Yucatán fueron más allá.

En el parque principal de Hermosillo hay tremendas ceibas que adornan su plaza junto a sus característicos naranjos y, aunque ellos llaman yucatecos a estos árboles, verlos tan lejos de casa fue un punto para seguir investigando en qué más nos parecemos.

A los sonorenses les gusta el beisbol, la fiesta y tratar bien a los demás. Saludan a todos, sonríen, son atentos, cantan y bailan, además beben cerveza, aunque le llaman pistear y les gusta la bohemia.

Les cuento que enamorarme de una ciudad que no es la mía no es fácil, pero cada vez que conozco a los mexicanos de otras áreas creo que me fascina y si a eso agregan la belleza de sus paisajes que mezclan montaña y mar, sol sin calor extremo, agua fría y cristalina y buena compañía, pues qué mejor.

Volviendo a sus sitios, solo puedo hablar bien de Sonora. Me falta mucho por conocer. Apenas llegué a San Carlos, Guaymas y Hermosillo, pero regresaré para ir a Obregón, Puerto Peñasco y demás.

En Guaymas conocimos de a poco el estero El Soldado, una laguna costera que, con una diversidad biológica considerada única en la zona, dicen que tiene tres de los cuatro tipos de manglar que hay en México, catalogado como sitio de refugio, alimentación, reposo y anidación de aves migratorias y residentes. Sus cuidadores aseguran que hay una infinidad de animales que acuden ahí para tomar agua. Además se pueden realizar actividades que tienen bajo impacto sobre el ecosistema, como el ciclismo, las caminatas y los paseos en kayak con precios mínimos.

Ya me siento como agente de viajes y no lo soy. Pero sigo creyendo en esa frase que dice que, cuando no sepas a dónde ir, mejor viaja.

Por eso aprovecho que es lunes y que comienza junio para encontrar a otros que como yo quieran seguir conociendo este país maravilloso. ¡Que sea feliz!

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