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Una de esas fechas que me gusta celebrar aunque no sea tan famosa es el Día del Padre. Quizá porque tuve la fortuna de que me tocara un hombre especial que siempre dedicó tiempo a sus hijos a pesar de sus frecuentes viajes y que trataba de estar presente en todo momento que su trabajo le permitiera.

Lo recuerdo subiendo cajas a su vehículo para entregar la mercancía en los comercios donde tenía tratos, pero también me vienen a la memoria imágenes de todas las ocasiones en que nos llevó por sus caminos, quizá para compañía propia o también para que entendiéramos de qué se trataba su trabajo.

Mi papá tiene buena imagen no solo para su familia, pues sus nietos lo adoran y siempre buscan tiempo para estar a su alrededor. Es bueno como cómplice para comer helado o frutas, para ver caricaturas, ya que siempre fue fan de la pantera rosa, pero también para ir al beisbol, discutir de política o diagnosticar un padecimiento.

Además es un buen amigo, o al menos eso es lo que otros varones de su alrededor opinan; a pesar de que tiene sus defectos y no los oculta, son más sus virtudes.

Hace unos meses por asuntos de trabajo tuve la oportunidad de conocer a un muy exitoso empresario del ramo textil que me comenzó a contar cosas de mi papá que no sabía y que me hacen sentir mucho más orgullosa de ser su hija, hechos sobre su mano caritativa y solidaria que me parece también heredamos mis hermanos y yo. Aunque seguramente no en la cantidad que debiéramos.

Convertirte en un buen ser humano a veces es complicado, pero el prestigio de una persona es casi tan importante como su tarjeta de presentación y aunque no tomemos tan en serio el qué dirán creo que hoy por hoy sigue pesando la imagen pública que muestras a los demás.

Si todos creen que es un extraordinario ser humano es porque tienen sus motivos. En algún momento de su vida pasó por momentos difíciles y me siento feliz de saber que a quienes acudí en busca de ayuda para él jamás me cuestionaron absolutamente nada, solo extendieron su mano solidaria.

Gracias a él me gusta el beisbol, soy fanática de los Leones de Yucatán y de los Yanquis de Nueva York, por él me gusta asistir al estadio a ver un partido, también disfruto cuidar las plantas por su culpa, ya que siempre ha dedicado espacio al jardín que regó personalmente durante buena parte de su vida.

Y así podría seguir enumerando sus virtudes, pero se trata de hablar de ser un buen padre, una tarea que no se si con los años se ha vuelto más difícil para los varones en tiempos en los que los roles se van modificando para entender nuestra nueva realidad.

Pero desde mis letras quiero reconocer a todos esos varones que son extraordinarios papás, a quienes agradezco el acompañamiento, cómplice o no, que da estabilidad a este mundo cambiante.

Mientras yo aprovecho que es lunes para abrazar a mi papá como todos los días y desearle que tenga buena vida. Que sea feliz.

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