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Para el presidente Andrés Manuel López Obrador la construcción de la paz es una de las prioridades de su gobierno. Lo ha expresado abiertamente: la meta es detener la guerra contra el narcotráfico y reconocer la libertad de los ciudadanos para consumir mariguana legalmente.

En donde está fallando el plan de Andrés Manuel López Obrador es en cómo implementar la estrategia; uno de los primeros avances es la creación del Instituto Mexicano del Cannabis, a través del cual el Estado mexicano controlaría el almacenamiento, comercialización, consumo, cosecha, cultivo, distribución, empaque, etiquetado, exportación, portación, producción y venta del enervante.

Una vez creado el Instituto, la pregunta es ¿a quién o a quiénes le van a comprar la mariguana, que en unos meses dejaría de ser ilícita, y por lo tanto sus productores, que hoy son catalogados como narcotraficantes pasarán a ser empresarios agrícolas? Aunque todavía están discutiendo si la mejor forma de iniciar la comercialización es mediante cooperativas y más tarde abrir el mercado a la iniciativa privada.

La parte más crítica para el gobierno federal es con quiénes se van a sentar a platicar para la compra de la mariguana, ya que ese negocio dejaría alrededor de 6 mil millones de dólares (Forbes, enero 31 2018) y el mercado de la mariguana medicinal tiene un valor potencial de 2 mil millones de dólares. La superficie total del cultivo de la mariguana en México es de 114,360 hectáreas, con Sinaloa como mayor productor con el 36%, seguido por Chihuahua, con 19.5%, y Durango, con 16.4%, según el documento de cultivo en México publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana (Expansión-CNN, 13 de noviembre 2018).

El presidente es un actor político al que le gusta mandar mensajes implícitos y explícitos, la fallida detención de Ovidio Guzmán a escasos meses de legalizar la mariguana puede ser un mensaje de advertencia a los grupos criminales que están traficando con las drogas sintéticas, como mentanfetaminas y fentanilo, cuya fabricación es más difícil de detectar y que son altamente letales. El mensaje sería: sí a la mariguana y no a los drogas sintéticas.

Pero hasta el momento el presidente Andrés Manuel no se atreve a decir que tiene que reconocer el liderazgo de los capos históricos para que la legalización de la mariguana se haga sin contratiempos; además ya legalizado el negocio, las reglas cambiarían abruptamente, las disputas ya no se resolverían por medio de la violencia; al ser reconocida por el Estado esta actividad, debe haber bases jurídicas para dirimir los conflictos. El presidente sabe que su prestigio depende de si logra la pacificación del país.

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