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¿Qué clase de país es éste, en el que el primer bimestre de 2019 se convirtió en el inicio de año más violento desde que se tienen registros, con casi seis mil asesinatos? El prestigiado portal digital denominado Animal Político, que se apoya en datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, informa que solo en enero y febrero fueron asesinadas 5 mil 803 personas en México, 13% más que en similar período de 2018.

Hace mucho tiempo ya que en México ocurre que asesinan a alguien y nunca nadie llega a saber quién lo hizo. Y lo peor es que el trabajo de eliminar a alguien es cada día más barato.

Entre otros datos que apunta el SESNSP figura que en los tres primeros meses del gobierno de AMLO el promedio diario de homicidios creció en comparación con los tres últimos meses de la administración de Enrique Peña Nieto.

¿Cuándo veremos una sustancial reducción de los homicidios en el país? ¿Cuando ya esté operando en plenitud la nueva Guardia Nacional? ¿Cuando los delincuentes se convenzan de que los delitos son siempre castigados?

Ahora que empezamos el sexto mes del año quisiéramos matizar esta columna con algo ligero, y por eso les comentamos que en reciente búsqueda de un libro del doctor Deepak Chopra para verificar un dato, localizamos en nuestra pequeña biblioteca dos obras de este autor de origen indio, “El libro de los secretos” y “Mahoma”, pero no “Cómo crear salud”, que es el que queríamos.

Pero la búsqueda nos permitió reencontrarnos con algunas obras que ya habíamos olvidado que teníamos. Por ejemplo, nos topamos con “¿Quién mató a Palomino Molero?”, una novela policíaca muy entretenida de nuestro admirado peruano Mario Vargas llosa.

Muchos libros ahora guardados en estantes nos dejaron anécdotas, como ese que cito del laureado autor peruano, y que nos gustó tanto que lo leímos completo en la ida y vuelta de un viaje a Tapachula, a donde fuimos un fin de semana a conocer, por una oferta de trabajo, las instalaciones nuevas de un periódico.

Absortos fuimos y absortos volvimos en la lectura de esa obra en la que el oficial de policía Lituma –el personaje reaparece luego en “Lituma en los Andes”– esclarece un asesinato, mientras decide cómo conquistar a la mujer de sus sueños, una dama entrada en carnes y en kilos.

Ahora que se acerca el 7 de junio para “celebrar” de nuevo el Día de la Libertad de Expresión, y tras el reciente secuestro de tres periodistas a manos de policías de Umán, es imposible erradicar de nuestra mente el peligro mortal que se cierne sobre muchos periodistas en México. Divididos como estamos los integrantes del gremio de la prensa, quizá refugiarse en la lectura ayude al relajamiento y a pensar menos en cosas fatales. “Las cosas de Yucatán (¿y de muchas otras partes de México?), dejarlas como están”. ¿Ésa es la opción que nos queda? ¿Usted qué cree?

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