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En esta columna tocaremos hoy dos temas. Primero, le comento lo interesante que nos pareció el comentario que hizo ayer el presidente Andrés López en su rueda de prensa matutina, en la que dijo que le parece una incongruencia que quienes se encargan de impartir justicia, es decir, los integrantes del Poder Judicial, y más precisamente de la Suprema Corte, reciban ingresos del orden de los 600 mil pesos mensuales, mientras que millones de mexicanos tienen ingresos de miseria, de poco más de 3 mil pesos, y eso hablando de los afortunados.

La rebatiña que vemos en tiempos electorales, entre politicastros y politiquillos ansiosos de que los nombren candidatos a algún puesto público, en realidad no está motivada por un afán de servir al pueblo, sino por las ansias de adherirse a la ubre de los presupuestos federal o estatal, y recibir un salario jugoso para vivir bien trabajando poco.

Y sí, como dijo el presidente López, resulta una incongruencia que quienes deben impartir justicia entre los mexicanos estén entre quienes se aferran a sus excesivos salarios.

La Suprema Corte, como todos saben, estuvo entre los primeros entes de gobierno que brincaron cuando se habló de aplicar la Constitución en cuanto que ordena que nadie debe tener un salario mayor que el del presidente de la República.

Ahora resulta que los magistrados de la SCJN van a ser juez y parte, puesto que, aún renuentes a aceptar el recorte anunciado, serán quienes decidan si los miles de amparos presentados por funcionarios de alto rango para que no les reduzcan sus ingresos tienen razón en protestar o deben acatar lo que marca la máxima norma escrita del sistema político mexicano. ¿Usted cómo lo ve?

Vamos ahora al segundo tema, que es el relativo al anuncio que en recientes días hizo el subdirector de Mercados del Ayuntamiento de Mérida, quien anunció que por fin se atenderán las necesidades de los locatarios y ciudadanos que trabajan, venden y compran en los céntricos Lucas de Gálvez y San Benito.

Hay que apuntar que tanto los puestos en esos dos mercados, como los espacios en la periferia de la ciudad que controlan operadores municipales, suelen manejarse como premios o recompensas para colaboradores de las campañas políticas, y por eso es que vemos cómo esos lugares públicos que deben estar libres para el disfrute de los ciudadanos son ocupados por vendedores de fritangas y otros productos, bajo el control de esos “colaboradores” que decimos.

Verbigracia podemos citar el Parque Recreativo de Oriente, cuya esquina noroeste queda casi totalmente bloqueada en las mañanas por torteros y taqueros que dificultan el paso de quienes acuden a caminar o trotar, hacer ejercicio para cuidar su salud.

Ahora la autoridad municipal anuncia que atacará el problema de los mercados del centro… Habría que darle el beneficio de la duda y esperar a ver cuánto puede o le dejan hacer.

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