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El espectáculo nacional del huachicoleo ha sorprendido a muchos mexicanos, y no porque ignorasen la presencia de la corrupción en empresas del Estado, como Pemex, sino por la gran extensión que ya alcanza esa lacra político-gubernamental, un negocio muy sucio en el que están involucrados y se benefician desde altos funcionarios de la petrolera y de otras dependencias federales, hasta pueblo raso que, sabedor de que en el gobierno todos roban, ha sido permeado por el cinismo y el oportunismo.

El lamentable caso que estamos observando involucra desde familias pobres hasta peces gordos que se indignan teatralmente cuando son mencionados como parte de la mafia de cuello blanco, pasando por ciudadanos de clase media que compran el combustible del huachicoleo porque es más barato y aunque sepan que es robado.

Alcances que sorprenden e indignan tiene ya tal esquema de corrupción, que versiones que se están investigando aseguran que se saquea el petróleo crudo desde las plataformas de Pemex en el mar, utilizando buques tanque a las órdenes de funcionarios ladrones.

Incluso si no se simpatiza con el presidente Andrés López, nos parece innegable la necesidad de acabar con ese extendido esquema de robo de gasolinas, aunque el costo incluya molestias o perjuicios serios a los ciudadanos.

Cruzamos los dedos porque esta campaña que encabeza el presidente genere al final los mayores beneficios a la población.

El caso de las gasolinas es insólito por sus alcances, pero pensemos además en cuántos otros sectores de los tres niveles de gobierno se han creado esquemas de corrupción y desvío de los fondos públicos en beneficio de vivales chicos y grandes, en una situación que data de hace muchos años y que, aunque muchos conocen, nadie denuncia.

¿Qué negocios sucios se han estado realizando desde hace muchos años sin que nadie se interese por frenarlos? ¿Cuánto sangran al país y a los ciudadanos los malos funcionarios que se enriquecen robando en sectores como los de la salud, la educación, la proveeduría a dependencias y muchos más?

Un hombre nos platicaba en instalaciones del IMSS acerca de un conocido suyo que logró una posición ventajosa en el sindicato petrolero y se apropió de tres plazas laborales, las cuales negoció con amigos suyos: éstos ingresaron a una nómina que les permitía, sin necesidad de dar un golpe, cobrar un buen salario mensual, del cual entregaban el 50% a su protector. ¿Cuántos casos de este tipo hay en variados sectores gubernamentales?

No, el caso de Pemex y el huachicoleo no es excepcional en México. En este pobre país nuestro en donde se puede dejar a medias impunemente obras de impacto social como hospitales, escuelas y museos, la corrupción es santo y seña, es actividad muy compartida, es estilo de vida y si no es parte de la cultura, hacia esa condición va.

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