|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La batalla por que triunfe el lado de nuestra voluntad que nos inclina al bien, a lo que cada uno debemos hacer, no tiene fin y a veces nos pareciera la más grande proeza que tenemos que alcanzar cada día.
¿Han podido percibir esta lucha interna? A veces querer algo se convierte en tan sólo un deseo que jamás llega a concretarse y esto es más frecuente de lo que creemos.

Es como si en cada persona existieran dos “yo”; uno capaz de proyectos grandiosos, que planea y que posee pensamientos nobles y elevados, y otro que cree en el goce de aquí y ahora y que puede postergar cualquier empresa que se proponga.

¿Qué distingue en una persona la determinación para actuar inclinándose hacia uno u otro “yo”?, la firmeza de voluntad.

La voluntad cuando se le ha formado y templado correctamente, se es capaz de las más arduas acciones, supone la diferencia entre querer algo y obtenerlo.

Si vamos reflexionando las acciones que vemos en otros, podemos advertir que cada quien poseemos un gran caudal de fuerzas, sólo que algunos las mantienen inútiles o en espera, en tanto otros le sacan el máximo provecho no dejando las cosas para otro día, sino que se trazan metas y van por ellas.

Algunas veces las personas descubren esta fuerza interior cuando atraviesan por algún problema, ¿hemos notado cómo se multiplican nuestras facultades ante una dificultad? A veces ésta es el motor que nos mueve a conseguir lo inimaginable, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra inteligencia se muestran más vigorosos y osados.

Y ello es así porque cuando nos encontramos en aprietos nuestra voluntad se ve incitada a desplegar la plenitud de su poder, tomando control de nuestras facultades para trabajar por encontrar los medios para alcanzar un fin, y más de una vez nos mostraremos asombrados de haber conseguido algo que antes no hubiéramos creído ser capaces de lograr.

La diferencia entre tener éxito o fracaso en las cosas que emprendamos es directamente proporcional a la voluntad que le pongamos; cuando ejercitamos la voluntad cada día en pequeñas hazañas, ésta se convierte en un hábito virtuoso que nos coloca en la ruta de conquistar propósitos.

Cuando nuestro “yo” se deja llevar por la inconstancia, abandona los retos o quedamos a merced de nuestras pasiones, nuestra voluntad queda reducida e incluso ociosa, y a veces esto sucede porque vivimos en un mundo en donde la inmediatez le gana al esfuerzo por superar obstáculos.

En la lucha interior de nuestros dos “yo”, en donde uno quiere alcanzar a toda costa el fin que nos propongamos y el otro quisiera pero no busca salir de su zona de confort o de la habitual pereza, se hace necesario fortalecer la voluntad, superando los obstáculos sin desfallecer a medio camino.

Obtener la firmeza de voluntad es justo esto, trabajar en el autodominio, ya que sólo quién se posee a sí mismo es capaz de manejar hábilmente cualquier situación.

Cuando logramos el conocimiento profundo de quienes somos, sabremos lo que realmente nos conviene, y esto nos supone ser mejores personas, por lo cual la lucha interna deja de ser lucha para convertirse en un gozo por alcanzar de lo bueno, lo mejor.

Lo más leído

skeleton





skeleton