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La consecución del bien común es el pilar de toda sociedad que busque el sano desarrollo de los individuos, las familias y la población en general; sin embargo, esta afirmación parece una tesis aislada, a juzgar por los eventos que nos están tocando vivir en estos tiempos.

Tenemos un país que enfrenta una severa crisis civilizatoria y lo vemos con algunos indicadores que reflejan esta triste situación: se han asesinado a más de 250 mil personas en los últimos 10 años; hay reportes de más de 35 mil desaparecidos; se han encontrado en 23 estados del país fosas clandestinas con más de mil 500 tumbas halladas.

Por otro lado, el último año se registró récord de autos robados; el 61 por ciento de los robos se realizaron con violencia armada. Seguimos ocupando los primeros lugares a nivel mundial en el delito de trata de personas y ostentamos el deshonroso primer lugar en producción de pornografía infantil.

También nos colocamos entre los cinco primeros lugares en asesinatos de niñas y mujeres.

En cuanto a la economía, la corrupción en México, según el Instituto Mexicano para la Competitividad, alcanza alrededor de los 900 mil millones de pesos, problemática que nos sitúa a nivel internacional como uno de los países más corruptos del mundo.

El tema del robo de gasolina que involucra no solo a huachicoleros sino a altos funcionarios de la paraestatal es por demás vergonzoso, y qué decir de enormes empresas y empresarios que eluden el pago de impuestos… y así podríamos seguir citando diversas situaciones que ponen de manifiesto el tipo de sociedad en la que nos estamos convirtiendo.

Este escenario nos hace recordar una advertencia del Dr. Javier Esteinou, hace algunos años: “No quedan más allá de 25 o 30 años para sufrir una tremenda crisis de civilización, que ya no es problema de partidos políticos ni de ideologías, sino de sentido común, elementalísimo para volver a tomar las riendas del proyecto civilizatorio que llevamos”

Coincidimos con él: se está perdiendo el sentido común. Se ve la decadencia que produce en la sociedad la pérdida de valores, hay confusión de lo que es verdadero y lo falso quiere ocupar su lugar.

Poco a poco vemos que el hombre actual disfruta de poner en tela de juicio todo valor, idea o estructura que fueran pilares en la construcción de nuestra civilización acomodando a su conveniencia cualquier idea aunque choque con la inteligencia.

Esta acción de cuestionarlo todo y no estar de acuerdo con casi nada, lejos de ayudarnos y reafirmar las bases que le dan sentido a nuestra vida, nos han ido vaciando espiritual e intelectualmente, apartándonos los unos de los otros, dejando de cumplir con lo que somos en esencia: seres sociales.

Los problemas que vemos en nuestra sociedad parecen atestiguar que poco importa lo que pasa a nuestro alrededor, porque la solidaridad que antes se veía desafortunadamente ahora está ausente.

Rescatar los valores perdidos es el primer paso hacia la reestructuración social, alejarnos del consumismo, hedonismo y materialismo que esclavizan a la sociedad con intereses que lo llevan a su destrucción por justificar acciones que cosifican al ser humano.

Ejercitemos el sentido común, reconozcamos el valor que tiene cada persona, pongámosla al centro, miremos al otro como queremos ser mirados y poco a poco iremos saliendo de esta crisis en la que ahora nos encontramos atrapados.

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