|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El pasado 22 de abril se conmemoró el Día de la Tierra, efeméride instaurada hace diez años por la ONU con el objeto de hacer conciencia sobre los alarmantes problemas que le estamos ocasionando al entorno que sostiene nuestra vida diaria.

Incluso el Papa Francisco en 2015 publicó la encíclica Laudato Si, para cuidar la casa común, la Creación que Dios dispuso para nosotros sus creaturas.

Ya hemos oído acerca del cambio climático ocasionado por los gases de efecto invernadero, la desaparición de fuentes hídricas, la deforestación, la sobreexplotación de los recursos naturales y el uso indiscriminado de fertilizantes químicos entre los principales responsables del deterioro del planeta.

También, hemos escuchado que se le ha declarado la “guerra” al plástico, al punto de tener iniciativas de ley que prohíban el uso de este producto.

Sin embargo, decirlo así suena muy genérico, porque la verdad hay de plásticos a plásticos y hoy nuestra vida no se concibe sin ellos.

Entendemos el espíritu que motiva las iniciativas, pero al público en general hay que explicarle más al respecto, ya que se ha creado gran confusión en torno al tema, pareciera que se ha satanizado el plástico o que la industria se irá a pique.

Del petróleo se obtienen diversos polímeros sintéticos que tienen presencia importante en nuestra vida, pues los encontramos en nuestros alimentos, medicinas, prendas de vestir, calzado, vehículos, casas, escuelas, edificios, oficinas, hospitales, campos de cultivo, fábricas y un largo etcétera.

Concebir nuestra vida sin plástico hoy es casi imposible, ya que de alguna forma han sustituido recursos naturales como la madera, el algodón, el papel, la lana, la piel, el acero y el concreto, por mencionar algunos.

El uso de estos productos han logrado mejorar los precios, el peso, el almacenaje y muchos otros atributos que los hacen competitivos, de modo que el plástico llegó para quedarse y muy difícilmente será desplazado.

Pero claro que somos conscientes de los problemas que se derivan del mal manejo de los residuos, ya que mucho de lo que se utiliza de estos materiales termina en la basura a cielo abierto o en mares, ríos, lagos y cenotes. El principal problema que existe, no es el plástico en sí mismo sino el uso que las personas le damos.

En atención a ello, urge un plan que nos eduque como sociedad, porque de esa misma basura se puede incluso hacer negocio, y en México por el consumo que se tiene puede llegar a representar unos tres mil millones de dólares, según un estudio realizado por la petrolera Braskem.

¿Qué sí podemos hacer? Empezar a hablar de la economía circular, en donde nada se crea, nada se desperdicia, todo se convierte. Y en este ciclo todo puede ser continuamente usado, reusado, reciclado, recuperado y repensado.

Las 5 R, son la solución a gran parte del problema al que nos enfrentamos, no es tan difícil y lo podremos hacer no sólo para estar en sintonía con la Tierra que habitamos, sino por amor al prójimo para aumentar nuestro bienestar:

  1. Reduce tu consumo, trata de ahorrar en lo que realices.
  2. Recicla todo lo que puedas, evitemos lo que únicamente es de un solo uso.
  3. Repiensa tus compras, no siempre necesitamos todo lo que compramos.
  4. Repara en lugar de desechar, digamos no a la cultura del descarte.
  5. Reutiliza, prefiere cosas que se puedan usar muchas veces y sé creativo para darle nuevo uso al producto diferente para lo que fue creado.

Este podría ser nuestro compromiso con la Tierra ¿Te animas?

Lo más leído

skeleton





skeleton