|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hace unos días en algunas ciudades del país se congregaron mujeres exigiendo que acabe la violencia contra nuestro sexo en virtud de los casos de violación que se han registrado y que están quedando impunes; la indignación mayor la generó que presuntamente unos policías habían cometido este delito por lo que convocaron -solo a mujeres- a salir a la calle bajo el lema de “No me cuidan, me violan” y “Yo sí te creo”, emulando la frase que se hizo celebre en España por el caso “La manada”, cuya sentencia dejó mucho que desear.

Definitivamente los motivos son nobles, ello no está en duda puesto que nadie en la sociedad desea que se violente a las mujeres, pero tampoco a los hombres, a los niños, a los bebés en gestación, a nadie; la violencia es injustificable.

Todas las formas de violencia son un flagelo que acaba con la paz social, y sí, muchas veces es necesario salir a las calles a protestar por estas injusticias pero no nos representan quienes salen a las calles a pedir el fin de la violencia con actos violentos, a pedir respeto cuando no respetan ni edificios ni personas, cuando demandan que no se les cuida y agreden a quienes encuentran a su paso.

El enojo no justifica los actos vandálicos cometidos, quemando instalaciones y rompiendo vidrios, haciendo pintas en edificios emblemáticos que son parte del patrimonio nacional, insultando y despreciando a los hombres solo por serlo, empujando, jaloneando, gritando, golpeando y lanzando brillantina a su paso.

No, así no, la causa legítima pierde fuerza, pierde sentido y credibilidad y ello lejos de ayudar a las mujeres las perjudica.

Nuestro espacio es compartido mitad hombres y mujeres, tenemos que poder convivir pacíficamente unos y otros.

Llama mucho la atención que la mayoría de quienes salieron a marchar eran mujeres jóvenes, algunas incluso menores de edad y se vieron consignas groseras y vulgares que sin duda alcanzan a sus padres, hermanos, tíos, abuelos, novios, esposos, etc., porque pretender que solo era una dedicatoria para los policías parece que no aplica.

Si el delito de violación a mujeres que ha quedado impune les enardeció tanto ¿porqué no hemos visto la misma reacción hacia la NOM-046 que permite la violación sin que se persiga al violador? ¿Por qué si se pronuncian en contra de la violencia piden el aborto “seguro, legal y gratuito”?

Piden que no se sexualicen los cuerpos y marchan con torsos desnudos provocando, piden que se respeten sus derechos y no respetan el principal derecho humano, que es la vida.

Denuncian “el patriarcado” y según la Encuesta Nacional de los Hogares (ENH) 2017 tan solo en la Ciudad de México el 37.8% de ellos la jefa de familia es mujer, en tanto que el promedio nacional es de casi 29%.

La conclusión es que el problema es de todos y entre todos lo debemos resolver, si nuestra dinámica familiar no ayuda hay que formarnos para que esta sea mucho mejor.

Las demandas de este grupo hacia los cuerpos judiciales permitirán solucionar algunos problemas pero se cae en contradicción cuando piden enjuiciar a culpables de delitos pero que a ellas no se les “criminalice” por sus “protestas sociales” cuando a todas luces cometieron delitos vandálicos, agresiones, etc.

Los motivos serán nobles pero los métodos injustificables y así no nos representan.

Lo más leído

skeleton





skeleton