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Lamentable la forma en la que hace unos días se expresó en las redes sociales el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, en su Twitter escribió: “El ejercicio de un derecho no puede ser delito. Al analizar el aborto en el estado de Coahuila, sostuve que todo el capítulo era inconstitucional. La interrupción legal del embarazo es un derecho humano que no debe dar lugar a estigmas”.

¡Vamos por partes! Su argumentación es un sofisma completo. Por supuesto que un derecho no puede ser delito al mismo tiempo, pero el señor confunde a las personas porque parece olvidar que el derecho primigenio es el derecho a la vida; cuando una persona le quita la vida a otro ser humano comete el delito de homicidio y cuando una persona le quita la vida a un bebé en gestación comete el delito de aborto.

Pero resulta que para el ministro Zaldívar esto último no es un delito, sino un derecho al cual se le ha puesto el disfraz de “interrupción legal del embarazo” para encubrir un aborto y convertirlo, según la Corte, en el derecho de las mujeres de deshacerse de sus bebés en el primer trimestre de la gestación, como si en ese tiempo la vida de un ser humano nuevo y diferente de su madre y padre no existiera, en la práctica les concede a las mujeres una licencia para matar, en la cual hay total impunidad.

¿Qué no es un compromiso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación velar y proteger la Constitución de cara a los mexicanos? Tal parece que no.

Es inaudita la forma en la que se les comunica a los jóvenes que pueden vivir el ejercicio de la sexualidad totalmente disociado del amor, de la entrega o del compromiso.

El ser humano es un ser social por excelenciay su máximo en la vida es amar y ser amado, es un anhelo que pertenece a la especie humana y encontrar el amor lo realiza, vamos le otorga la felicidad.

Pero pareciera que el mundo les grita que eso no es posible, que es una cuestión moral, religiosa o cursi y entonces se van por otro lado, en donde la persona se cosifica, es utilizada o bien utiliza a otro para fines individuales.

Nuestros jóvenes, aún tratándose de menores de edad, están creciendo con la idea de que abortar es cualquier cosa, es como un “quítame estas pulgas”, ya no ven la gravedad de quitarle la vida a un ser humano, de violentar el derecho de sus padres a enterarse de que sus hijos menores se sometan a esta práctica de riesgo, simplemente la vida dejó de tener el valor intrínseco que tiene por un asunto de edad embrionaria.

El aval de la SCJN ha sido fundamental para este cambio de paradigma, la licencia para matar otorgada ha empoderado a las mujeres al punto incluso de sacar a los varones de la discusión, como si ellos no tomaran parte, sin importar que el hijo en camino no sólo tiene derecho a la vida, sino también el derecho de contar con su madre y padre y con derechos ambos padres sobre esta nueva creatura.

La pésima interpretación que están haciendo los ministros de la Corte de los Tratados Internacionales dejan en evidencia que están a favor de otros intereses, de una agenda global que pareciera querer el exterminio de la población.

Los jóvenes tienen que saber que, si se convierten en sujetos activos sexualmente antes que pensar en cometer un delito, deberían saber cómo hacerles frente a las obligaciones que entraña el ejercicio de su libertad.

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