|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Indudablemente las enfermedades no son nada recientes. El que las hayamos entendido y estudiado a profundidad nos ubica cronológicamente dentro de la época moderna, cuyo parteaguas fue el avance acelerado de la tecnología.

En tan solo 35 años se ha dado el boom revolucionario, cuando de avances de la medicina hablamos. ¡Pasamos del poco o nada al todo!

Ya no hay “sabios”, cotidianamente se rompen paradigmas. Hasta hoy lo conocido tiene explicación, dando pie a otros entornos incomprendidos.

Cualquiera puede acceder a lo inimaginable si así lo desea, importando poco los obstáculos. En el mundo los hay quienes lo tienen todo, pero carecen de voluntad y actitud, siendo su lamento único refugio.

Contrariamente para otros, el infinito es el límite de su desarrollo y crecimiento, minimizando carencias, creciéndose ante la adversidad; esos son lo que a la larga triunfan.

Quisiera con estas reflexiones, cual preámbulo, abundar un poco sobre la historia de las enfermedades, que, con larga travesía, asolaban y cobraban vidas, sin encontrarse para muchos males remedio.

El hombre del Neandertal, la historia clínica más antigua, es equiparable a la historia clínica de las artropatías padecidas por el ser humano; en la prehistoria la enfermedad se escribió sobre el propio paciente, dejando grabado en sus huesos las huellas de la patología.

Las dos afecciones reumáticas de las que la paleontología tiene testimonios son la artritis y las artrosis (una inflamatoria en jóvenes y otra degenerativa en mayores de 50 años).

De allí nos trasladamos a la Mesopotamia y Egipto, cuyos médicos conocían el arte de “colocar adecuadamente los fragmentos de huesos fracturados”. El papiro de Edwin Smith, del siglo XVII a.C., es un auténtico tratado de cirugía semi científica, que aborda manejos terapéuticos de procesos articulares.

Continuando con saltos en la historia, dentro de cuyo espacio quedan anécdotas y pasajes, llegamos a Ambrosio Paré, galeno del siglo XVI d.C., quien escribió el “Tratado sobre las heridas producidas por proyectiles”, y para cerrar este breve recorrido, llegamos a los esbozos de la anestesia con William T.G. Morton, quien destacaba que conseguir el profundo sueño que atenúe o suprima el dolor quirúrgico pareció durante siglos un empeño imposible.

Con todo lo anterior, les mostré pinceladas de lo que se tardaba el hombre sin tecnología, y con tan solo voluntad, actitud y ánimo de servicio, en alcanzar pequeños logros que paliaran el dolor del paciente.

Ahora nos lleva tan solo semanas o meses alcanzar nuestro objetivo. Así pues, les digo: no desaprovechen la actual tecnología de punta, que tan solo sirve como herramienta que apuntala el conocimiento, tacto humano y paciencia que distingan al médico del siglo XXI.

Lo más leído

skeleton





skeleton