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Embebidos en estos tiempos de vaivenes, para quienes nos dedicamos al área de la salud es obligado, como ciudadanos e integrantes del colectivo, realizar algunas reflexiones que asaltan nuestra conciencia y cotidiano ético actuar.

Es inocultable que el escenario que muestran las instituciones de este país se torna dantesco. Los notorios recortes presupuestales y la sobrecarga laboral, que conllevan a la falta de oportunidad en la atención integral de un doliente, es patente.

Por otro lado, me pregunto cuál es la razón de esta debacle acelerada de los aún colosos, que enorgullecen allende fronteras al México del siglo XXI. Este fenómeno, presumo, es tan solo el reflejo de la inestabilidad económica real, que se ve abonado por mayor sobrevida en cuanto número de años, que trae aparejada la presencia de sumado número de enfermos con patologías crónico-degenerativas por demás costosas, lo cual contrasta con la oferta vigente.

¿Pero de qué manera impacta al trabajador el actual momento económico y arriesga su tan anhelada calidad de vida, que allende vivir más años ante todo busca garantizar la seguridad de su familia? Lo que desestabiliza y mantiene en zozobra permanente son los actuales salarios percibidos por el bolsillo, las declaraciones que se tergiversan y el fuerte vínculo que existe entre los ingresos y el poder adquisitivo.

Es indudable que atravesamos grandes dificultades, los efectos en la integridad bio-psico-social no se dejan esperar, que son cotidianamente abonados por multifacéticos “chismorreos”. Todo de forma integral nos asalta y crea fuertes temores – muchas veces infundados-, que maltratan al colectivo y de paso a nuestras emblemáticas instituciones, pilares dentro de la economía.

El sentimiento común de muchos moradores de este país es de que cada día ven más lejana, entre muchos otros factores, la posibilidad de recibir atención en salud con la calidad y suficiencia que merecen. Lo anterior violenta los primeros dos peldaños de la conocida pirámide de Maslow, de la cual hemos dado cuenta en entregas previas.

Repito insistentemente, el problema es cuestión de dinero, motivado por estrategias erráticas implementadas y de cuyos resultados tenemos lastimosas cifras, que, sin duda, son resultado de un ayer que queremos olvidar y de un hoy que esperamos se transforme paulatinamente. De lo anterior, la seguridad social da muestras evidentes.

Finalmente, como bien mencionó Kelly J (2003): “Los gobiernos tienen como principal responsabilidad dirigir los asuntos públicos, asumir el mando de las instituciones creadas por la constitución, aprobar las leyes y satisfacer los intereses de la Nación”. Lamentablemente, lo que estamos atravesando cada día se aleja más de los objetivos que con valentía y responsabilidad social defendieron los constituyentes de 1917.

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