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Pasan los años y sin darte cuenta llegas a la tercera edad, y lo que deseas es tener salud, una vida activa con menos sobresaltos y rodeado de ese calor de hogar al que durante años tan solo migajas brindabas con tu corta presencia cuando llegabas a altas horas de la noche. Ese entorno, cual refugio pasajero, en su interior vio pasar la escuela y actividades de los hijos, quienes fueron creciendo y ahora son recuerdos que quedan. Tarde entiendes el verdadero valor de la vida y lo realmente importante, pero nadie aprende en “pellejo ajeno”.

La transformación interna no se deja esperar, buscas el contacto en un intento vano por recuperar lo que entre tus manos se fue como el agua.

Te das cuenta que todos tienen que hacer sus múltiples actividades que apenas y les permiten dar migajas que atraen el recuerdo del ayer. Anhelas la convivencia que se esfumó en la época de tus padres y abuelos y cual nebulosa se perdió en la historia, dejando nostalgia que acaricia y duele. Pero no siempre es así, permítanme enfatizarles, amables lectores.

El día de ayer, atendiendo a alguno de mis pacientes de la tercera edad, lo encontraba con zozobra, angustia, ansiedad, cansancio y variaciones en la frecuencia cardiaca y presión arterial, situación que me llamó la atención, y ante pregunta expresa me comentó: “Es que mis dos hijas (una con 4 hijos y la otra con tres) están nuevamente embarazadas y tenemos que ayudarles en sus quehaceres y dentro de lo que económicamente podemos, toda vez que no les alcanza con los sueldos de la pareja masculina para enfrentarse a los vaivenes del mundo económico que vivimos. Tenemos que ayudarlas a cuidar a los nietos, pero físicamente ya lo resentimos”.

Como podrán ver, he mostrado los dos grandes extremos de los escenarios familiares potenciales de muchos adultos mayores. Por un lado, buscan la tranquilidad, pero en el interior lamentan “su soledad”. Por el otro, siguen dentro del rol activo de la familia, que los cobija con el calor inigualable de esta institución, pero se sienten atrapados en la vorágine mundana actual, que en su momento ellos enfrentaron y tuvieron que ver cómo salir adelante, y quisieran su espacio íntimo para convivir con la pareja que en sumadas ocasiones no disfrutaba el calor de hogar.

Luego entonces, las facetas, según la vida de cada uno, son distintas, encontrando los claroscuros o matices en el seno de esa pareja, tronco de una progenie. Usted puede reservarse su comentario personal.

Dejo a la reflexión, mi comentario, en esta ocasión, allende los problemas de salud. ¿A propósito, ya fuiste a ver a tu mamá, papá, hermano, abuelo, tío? Mínimo agarra tu celular y échales una llamada, lo ansían, para luego es tarde.

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