Sin tregua después de los sesenta

Jacinto Herrera León: Sin tregua después de los sesenta

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Pasan los años y sin darte cuenta llegas a la tercera edad, deseando tener salud, una vida activa con menos sobresaltos y estar rodeado de ese calor de hogar, que durante años tan solo migajas brindabas con tu corta presencia, cuando llegabas a altas horas de la noche. Ese entorno cual refugio pasajero, en su interior vio pasar la escuela y actividades de los hijos, quienes fueron creciendo y ahora tan solo recuerdos quedan. Tarde entiendes el verdadero valor de la vida y lo realmente importante, pero nadie aprende en “pellejo ajeno”.

La transformación interna no se deja esperar, con los años buscas el contacto familiar afanosamente, intentando en vano recuperar lo que entre tus manos dejaste escapar como el agua. Ahora vives en carne propia la huella del pasado y te das cuenta que todos tienen quehacer, y sus múltiples actividades apenas y les permiten darte migajas, que atraen el recuerdo del ayer. Anhelas la convivencia que se esfumó en la época de tus padres y abuelos, y cual nebulosa se pierde en la historia, dejando nostalgia que acaricia y al mismo tiempo duele. Pero no siempre es así, permíteme ubicar otros escenarios amable lector.

El día de ayer, atendiendo a algunos de mis pacientes de la tercera edad, los encontraba con zozobra, angustia, ansiedad, cansancio y variaciones en la frecuencia cardiaca y presión arterial, situación que me llamó la atención, y ante pregunta expresa me comentaron: “es que mis dos hijas (una con 3 hijos y la otra con dos) están nuevamente embarazadas” y tenemos que ayudarles en sus quehaceres con lo que económicamente podemos de lo que recibimos de pensión, toda vez que a ellas no les alcanza con los sueldos de la pareja masculina para enfrentar los vaivenes del mundo económico que vivimos. Además, tenemos que ayudarlas a cuidar a los nietos, pero físicamente lo resentimos, allende el amor que profesamos.

Como podrán ver, he mostrado los dos grandes extremos de los escenarios familiares potenciales de muchos adultos mayores. Por un lado, buscan la tranquilidad, pero en el interior lamentan “su soledad”. Por el otro, siguen dentro del rol activo de la familia que los cobija, el calor inigualable de esta institución atrae, pero a la vez, se sienten atrapados en la vorágine mundana actual, que en su momento ellos enfrentaron y tuvieron que luchar para salir adelante. A estas alturas, ansiosos buscan su espacio íntimo para convivir con la pareja, añoran la privacidad dentro del seno familiar.

Luego entonces, las facetas según la vida de cada uno son distintas, encontrando los claroscuros o matices al seno de esa pareja, tronco de una progenie. Usted puede reservarse su comentario personal. Dejo a la reflexión mi columna, que en esta ocasión, allende los problemas de salud. A propósito, ¿ya fuiste a ver a tu mamá, papá, hermano, abuelo y/o tío?; mínimo agarra tu celular y échales una llamada, lo ansían, para luego es tarde.

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