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El Sistema de Ahorro para el Retiro cumplió el 1 de julio del presente sus primeros 22 años de operación y funcionamiento.
Pero ¿qué balance podemos hacer a 22 años de haberse reformado el sistema de pensiones para quienes cotizan al IMSS?

La respuesta puede ser: “Todo depende del color del cristal con que se mire”; le daré algunos puntos de vista.

El ahorro para el retiro se ha aportado en forma tripartita (6.5% del SBC) por trabajadores, patrones y el Estado. Hoy más de 63.9 millones de trabajadores acumulan en sus cuentas individuales más de 3.8 billones de pesos en total, cantidad que representa más del 15% del PIB.

Refiere la Consar que, de ese ahorro, el 45% corresponde solamente a rendimientos, pero, cuando se traduce a pesos y centavos en la cuenta individual de un trabajador que empezó a cotizar el 1 de julio de 1997, los número no reflejan el monto porcentual del incremento referido; es indudable que las cifras se maquillan.

Analizado desde el punto de vista de generación de empleo, las afore, en algún momento, fueron un sector demandante de una gran cantidad de mano de obra que, lamentablemente y debido a los avances tecnológicos aplicados a sus procesos, han reducido en más de un 50% sus plantillas de trabajadores, obteniendo mayores ingresos a un menor costo.

El personal ocupado por las afore, así como éstas mismas, han contribuido a la hacienda pública en la proporción que les corresponde, con el puntual pago de impuestos; pero, a su vez, han sido un sector altamente demandante de bienes y servicios que mueven e impactan positivamente la economía nacional.

Para los accionistas de las afore, el negocio es redondo y lucrativo; en sus orígenes, el cobro de comisiones por administrar la cuenta individual representó hasta el 23% de las aportaciones que recibían.

Aun cuando con el tiempo el cobro de comisiones ha disminuido, también es cierto que el numero de trabajadores registrados se ha incrementado y sus percepciones también; hoy ganan más que hace 22 años.

No obstante la baja en el cobro de comisiones, las afore no han sacrificado sus ingresos, pues el ahorro cada bimestre se incrementa por las subsecuentes aportaciones; así que mal negocio nunca ha sido y enormes fortunas se han acrecentado, contrastando con el futuro de los trabajadores, quienes no alcanzarán a ahorrar ni para comprar una pensión garantizada y será el Estado quien la complemente y termine pagando.

Como siempre, el eslabón más débil de la cadena es y ha sido la clase trabajadora, pues solo a ella le impactan los efectos de las minusvalías y no hay nadie que la defienda hasta la fecha.

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