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Chichén Itzá, el asentamiento prehispánico que alcanzó su apogeo durante el periodo posclásico y extendió su influencia hacia otras regiones de la Península de Yucatán, fue, por su singular valor, declarado Patrimonio de la Humanidad y tiempo después, una de las Nuevas Maravillas del Mundo, designaciones que han propiciado la masividad turística en el sitio, al grado que hoy recibe 2.5 millones de visitantes al año.

Esta elevada cantidad de turistas demanda servicios de toda índole, al grado de que parte de la población labora en hoteles y otros negocios formales para atenderlos.

La falta de oportunidades laborales para el resto de la población, sin embargo, es palpable y esto ha propiciado que cerca de mil comerciantes irregulares se introduzcan en la zona arqueológica para ofrecer productos del altiplano y otras mercancías (“artesanías”) que no son de producción local (algunas inclusive de origen chino).

Este problema ya había ocurrido, pero fue resuelto por el entonces gobernador Víctor Cervera Pacheco mediante la construcción de sitios para la venta de bienes a los turistas y normas para su operación. Sin embargo, años después vuelve a aparecer, pero los gobernantes que sucedieron al señor Cervera han demostrado tibieza, por no decir otra cosa, para afrontar este problema social, cuya solución le corresponde a la autoridad estatal. El sentido del voto de la población ha influido para que no se dé solución a esta situación problemática que cada vez es más compleja. Se han generado varios proyectos y propuesto espacios más dignos para los vendedores, pero ninguno se ha aterrizado y las dificultades se tornan cada día mayores.

Hace unos días, un funcionario capacitado para ejercer su función en Chichén Itzá estuvo a punto de perder la vida a manos de un sujeto que lo acuchilló por mantener el orden en este sitio patrimonial, ya que afecta intereses esta labor de vigilancia y los esfuerzos por garantizar la seguridad y la protección del patrimonio arqueológico, además de mantener y cuidar la calidad de los servicios a partir de la acreditación adecuada de quienes los ofrecen.

Resulta contradictorio que en el sitio donde hay una mayor recaudación económica por parte del gobierno del Estado no se resuelva el problema de los vendedores dentro del sitio y el trabajo de los guías de turistas. Es tiempo de que el señor gobernador y sus funcionarios generen proyectos productivos para los pobladores de Pisté y sus alrededores y que se propicie una vida más digna y próspera a través de la derrama económica por concepto del turismo. Esto garantizará la conservación del patrimonio y evitará más agresiones y amenazas a quienes tienen la responsabilidad de conservar el patrimonio mundial y evitar que la Unesco incluya en la lista de sitios en peligro a Chichén Itzá.

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