|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Todos los niños sienten la necesidad de ser aprobados y reconocidos. Los niños a los que se les critica, regaña, avergüenza o ignora se forman una opinión muy pobre de sí mismos.

Creen que las cosas negativas que sus padres y/o personas significativas les dicen acerca de su físico, de sus maneras, todavía torpes, por su edad y falta de experiencia, son ciertas y que se merecen el descuido o el maltrato de que son objeto.

Estos mensajes negativos recibidos en la niñez resuenan todavía en la edad adulta y ejercen una influencia más fuerte que los mensajes positivos más recientes.

Quienes padecen esta situación tienden a aferrarse a una pobre autoestima, aun cuando ya como adultos logren grandes éxitos y la admiración de los demás.

Si somos perfeccionistas tendemos a ignorar nuestros aciertos y triunfos. Nos fijamos objetivos inalcanzables y para lograrlos nos volvemos adictos al trabajo o coleccionistas de éxitos y muchas veces se está dispuest@ a lograr el triunfo a costa de nuestra salud o perdiendo buenas y valiosas relaciones.

El perfeccionismo puede provocar sentirse abrumado por los altos logros que nos proponemos o por la enorme cantidad de cosas que se quieren hacer, posponiendo aspectos tan importantes como la familia y el descanso y así se pierde el empuje renunciando a los proyectos sin siquiera haberlos emprendido realmente, ya que la irresponsabilidad se empieza a notar por la “falsa certeza” de que se va a fracasar.

Por esto, hay que reflexionar en qué tan razonables son los objetivos que nos proponemos alcanzar y si el beneficio que nos imaginamos obtener es mayor que el costo a pagar.

Muchas veces es una triste ganancia, porque el precio es la pérdida de la salud, de la vida afectiva, de etapas maravillosas, del disfrute con la pareja, práctica de algún deporte, gozar con los hijos diversas actividades viéndolos crecer, etc., etc.

Nos empeñamos tanto en demostrarles a los demás que somos exitosos o en recibir la aprobación de las personas, que nos desgastamos y la vida y el tiempo ya no regresan ni con todo el dinero del mundo.

Lo triste es que, cuando alguien alaba nuestros logros, dudamos del buen juicio de esa persona respecto a la buena opinión que tiene de nosotros y puede ser que hasta nos sintamos incómodos ante el engaño en que se encuentra porque bien sabemos que no valió la pena tanta pérdida de vida y de la verdadera felicidad por no haber disfrutado las mejores etapas de la vida y los amores que se nos brindaron.

Muchas veces se vive temeros@ de que alguien descubra nuestra insatisfacción y vacío interior por las pérdidas tan importantes y no recuperables.

¡Equivocamos el camino!
¡Ánimo!, hay que aprender a vivir

Lo más leído

skeleton





skeleton