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Muchas veces dejamos que los malentendidos o enojos nos alejen de las personas que amamos, permitiendo que el orgullo le gane a los sentimientos genuinos.- Haruki Murakami, escritor

Siempre es mejor que las personas hablen de frente y con el corazón en la mano, si no es así surgirán malentendidos que son una fuente de infelicidad. Nacen de la mala o nula comunicación. No hablar, no mantener contacto, no informarnos el uno al otro de lo que pensamos y sentimos nos aísla por juntos que vivamos. Cuando imaginamos lo que el otro piensa, lo damos por cierto y, al no saberlo realmente, nos equivocamos más y llegamos a ser extraños el uno al otro. A veces, a pesar de vivir en la misma casa, ya que al no hablar de lo que nos molesta, aunque hablemos de otras mil cosas, nos distanciamos.

La mala costumbre de no hablar puede ser por timidez, por miedo a herir o ser herido y al no haberlo hecho “a tiempo” pensamos que ya es demasiado tarde para intentarlo. El resultado es el mismo. No se habla de lo que se debería de hablar. Y sin hablar, las personas no nos entendemos. Muchas veces hace falta un mediador, un instrumento, una excusa. Alguna manera de hacerle llegar al otro lo que de veras pensamos, lo que necesitamos de él/ella, lo que sentimos, lo que esperamos y que la otra persona debe saber para, tal vez, ajustar su conducta a la realidad que afrontamos cada día. Hay que romper el silencio. Hay que aprender a hablar. Es irónico que estando en la era de las comunicaciones, la comunicación más importante, que ha de empezar en casa, no se dé con la o las personas más cercanas y muchas veces las más importantes en nuestra vida.

De nada sirve tener celular, teléfono fijo, TV, radio, etc., que nos comunican con el mundo entero… pero que nos aíslan muchas veces de nuestra pareja, de la familia, de las personas significativas. Es fácil comunicarse de lejos, con aparatos inventados por la tecnología, pero lo más importante y difícil es comunicarse de cerca, cara a cara.

Lo mejor, lo que nos falla para conservar y mejorar las relaciones interpersonales, por ejemplo entre marido y mujer, entre amigos, es el compromiso y el valor de hablar siempre con asertividad, con delicadeza y tacto, procurando cuatro puntos vitales que son: respeto irrestricto para uno mismo y para el otro, ser honesto, ser directo, sin quejarse ni echar culpas, ya que son actitudes infantiles, ser oportuno expresando lo que se siente, lo que se desea, lo que se espera. Puede que haya entendimiento, puede que se dé la compresión y la empatía o no, pero te aseguro que la expresión externa de la tensión interna que sufrimos es esencial para la salud integral. La tuya y la mía. A todos nos va mejor.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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