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No permitas que el sol se ponga sobre tu enojo.- Cita bíblica

La agresividad es una forma de comunicarse y establecer relaciones apoyadas en el autoritarismo y muchas veces en la manipulación. Hay maneras enmascaradas y astutas de agresividad.

Cuando el individuo impone sus ideas a los demás de manera dominante, provoca frustración, inseguridad y tensión. Estos sujetos, al asumir posiciones de liderazgo en su lugar de trabajo, en la escuela, en casa, en las diferentes instituciones, aun las religiosas, causan ansiedad, miedo, falta de espontaneidad, dudas e inseguridad. Disminuyen la iniciativa y la creatividad, se les crítica su autoritarismo y se cuestiona su cordura y lucidez.

Quienes se comunican y relacionan de manera autoritaria presentan características positivas como la autonomía; son decididos y tienen una voluntad propia muy fuerte. Por lo que agradan y deslumbran a quien los observa en una primera impresión. Son visionarios, fantasiosos y con capacidad de ganar adeptos; sin embargo, lo que quieren es dominar a los demás. Son fríos e insensibles a las necesidades ajenas aunque parezca lo contrario, maquillan sus intenciones para lograr sus fines de dominio. Muchas veces son crueles, sarcásticos y vengativos. Su temperamento dominante es el COLÉRICO.

El estilo agresivo, aunque se disfrace, está íntimamente ligado con la IRA que es un estado emocional. Todos la experimentamos, algunos la sienten por un tiempo corto, otros la llevan por décadas en forma de amargura, rabia, resentimiento y odio. La ira que persiste en el tiempo y es alimentada se vuelve destructiva, con deseos de venganza. Es fácil encontrarnos a personas con IRA controlada que les sale en agresividad, molestas con la vida y propensas a diversas disfunciones psicológicas y enfermedades. Están seriamente afectadas espiritualmente creyendo que su misión es ser “SALVADORAS”.

Vivir con IRA no solo trastorna la salud física sino también la capacidad de razonar y avalar lúcidamente la consecuencia de decisiones en los diferentes ambientes donde tiene injerencia. Se pierde la capacidad de establecer relaciones sociales responsables al ser desconfiado y receloso. Y esto ¡NO ES SALUDABLE!
El mal manejo de la ira es una puerta abierta a la depresión, ansiedad, miedos, disfunciones sexuales, conflictos conyugales y familiares, sociales y laborales, entre otros muchos desajustes de la personalidad.

Es productivo y sabio hablar cuando haya pasado la IRA, no solo porque la razón estará más organizada y se expresará mejor lo que se necesita decir y hacer, sino porque se evitarán brechas insalvables en las relaciones humanas. ¡Construyamos juntos un mundo mejor!

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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