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La comunicación honesta está construida en la verdad e integridad y en el respeto del uno por el otro.- Benjamín E. Mays, líder de derechos civiles

Me he dado cuenta de que la comprensión de las relaciones humanas es demasiado compleja para basarse únicamente en el mensaje explícito que es el mensaje verbal. La comunicación entre nosotros los seres humanos es terreno delicado.
Se deben tomar en cuenta:

1. Los componentes de la comunicación.
2. Las consideraciones para comunicar eficaz y respetuosamente.
3. Los medios para recentrarse y equilibrarse emocionalmente.

Debajo de los mensajes explícitos (conscientes), se encuentran mensajes implícitos (inconscientes o sobreentendidos) de los que no siempre se tiene, consciencia. En la comunicación no solamente están los niveles explícito e implícito, sino que están los juegos de poder interpersonales, por ejemplo: la manipulación, la burla, el sometimiento, el control y el ejercicio de poder.

El impacto de las emociones es uno de los elementos de mayor importancia en la comunicación. Cuando una persona está encolerizada, no escucha y, sin tomarlo en cuenta, muchas veces uno trata de explicarle, de razonar… vano intento, pues el enojo no le permite a la persona escuchar el mensaje.

Igual pasa cuando están presentes el miedo, la tristeza y otras emociones. Cuando se está invadid@ por una fuerte emoción, tanto más se pierde el centro, el equilibrio; la energía se desplaza y concentra en lo que se “siente” y ya no alcanza para pensar, hablar y actuar con cordura.

Numerosos factores influyen en la cantidad y distribución de la energía que recibimos. Mucho tiene que ver la calidad de vida: el sueño, la alimentación y el sentido o propósito de vida.

En mi opinión, lo que más agota es tener la creencia de no poder realizar nuestro potencial, de no poder vivir la propia vida. Cambiar de comportamiento y recuperar la energía es vital. Prestarle atención a “los pendientes”, concluir, cerrar ciclos para eliminar los “asuntos no terminados”, como los nombra Elizabeth Kubler-Ross. Comunicarse bien se resume en tener los medios y ser capaz de recentrarse emocionalmente, equilibrarse, para pensar, decir, hacer y sentir armoniosamente. La energía fluirá y la comunicación podrá ser clara e inteligible, cumpliendo su objetivo.

Durante la niñez, no aprendimos a reconocer, manejar y encauzar nuestras emociones, sino a contenerlas. Es necesario un aprendizaje al respecto en edad adulta. Primero, recentrarse emocionalmente y propiciar que el otro lo haga, y segundo, aprender a salir de los “juegos de poder” cuando hemos caído en ellos. ¡Sí se puede!

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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