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Cuando uno puede decir lo que piensa, siente, sabe y actuar sin sobajar a los demás, todo llega a buen fin. Es el fruto de practicar la asertividad.- Milton Erikson, psicólogo

Se conoce como ASERTIVIDAD a una postura ante uno mismo y ante los demás y la manera de vivir la vida en general, directa, honesta, veraz y respetuosa al considerar el tiempo de estar vivo como una oportunidad que no regresa. A mí me parece que es una postura indispensable que nos lleva a un comportamiento humano necesario para la construcción de relaciones saludables y duraderas. Y abre caminos para el éxito personal, familiar y laboral porque facilita la buena voluntad para el manejo eficaz de conflictos en el trato entre las personas con las que nos relacionamos.

Igualmente la asertividad es en realidad autoafirmación. Es un estilo de comunicación que la persona escoge y adapta. Se basa en el valor de reconocer y responsabilizarse ante sí mismo y ante los demás de su manera de pensar, sentir, actuar y de ser, respetando la manera de pensar, sentir, actuar y de ser del prójimo. Cuando se es asertivo se tiene el valor para hablar de uno mismo, de lo que siente y por qué lo siente así, responsabilizándose de sus acciones.

Todo lo anterior dentro de un clima de comprensión, respeto y empatía con el otro que hace que la asertividad sea un estilo de comunicación directo, honesto, oportuno respetuoso y saludable. En otras palabras se nutre del saber ser, el saber estar y del saber hacer para que suceda algo. Ayuda a conocerse mejor, a saber moverse en un ambiente social para realizar los cambios necesarios para una vida más saludable y por ende la satisfacción de las necesidades que surgen manejando mejor la situación y hasta adaptarse a circunstancias inesperadas.

La bondad del estilo asertivo permite vivir conflictos de manera constructiva, reducir errores, tensiones, insatisfacciones y enfermedades propiciando mayor satisfacción personal y social al eliminar en el trato tanto la agresividad como la pasividad. Ejemplo: la persona agresiva tiende a pensar, sentir y comportarse de manera superior, por lo que es fácil que sea agresiva en su trato. Por otro lado, la persona pasiva tiende a pensar, sentir y comportarse de manera inferior y permisiva, por lo que se convierte fácilmente en víctima de los demás.

Quiero concluir diciendo que la asertividad no pretende ser la panacea y/o un modelo de santidad, más bien ¡es un modelo de prevención! Practícalo y verás qué buenos resultados se obtienen.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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