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El individuo dependiente tiene una personalidad insegura debido a un retraso en la maduración psicológica por sobreprotección y control del agresor. Karen Horney (1945) afirma que estas personas necesitan para vivir alguien que cumpla prácticamente todas sus expectativas. Se sienten débiles e indefensas. Tienen la necesidad de encontrar alguna persona capaz de protegerlas. Se sienten sin fuerzas ni recursos para tomar decisiones. Su inseguridad les lleva a la necesidad enfermiza de que los demás aprueben su conducta. Su personalidad es sumisa por su falta de iniciativa y por su ingenuidad social. Evitan todo lo que pueda ser AUTONOMÍA.

La propia imagen de la personalidad dependiente o sumisa empieza siendo individuos demasiado pacíficos; les cuesta enormemente cualquier desacuerdo o tensión con los demás, son de una docilidad alarmante, evitan cualquier enfrentamiento, se perciben muy vulnerables y evitan al extremo situaciones conflictivas. No saben decir NO y su deseo de agradar es tan grande que terminan convirtiéndose en pasivos y dependientes.

La característica más importante es su incapacidad para tomar decisiones, dependiendo de alguien que les diga qué hacer y que los proteja. El miedo al abandono los invade. Las somatizaciones se dan como reacción a situaciones conflictivas NO resueltas que pueden convertirse en conductas hipocondriacas por la búsqueda de atención y cuidado. Se creen incapaces de administrarse de manera inteligente y esto tiene un costo enorme en su propia vida.

Se puede ayudar a las personas dependientes a lograr su autonomía, consiguiendo poco a poco que se gobiernen a sí mismas para elegir libremente. Fijar metas pequeñas para tener logros concretos; ir eliminando posturas acomodaticias, el servilismo y la sobreprotección. Puede estar presente el “síndrome de Peter Pan” por el que se niegan a crecer, a madurar y prefieren anclarse en esa etapa feliz de la vida “arropadas” por las figuras paternas.

Pueden llegar a arriesgarse después de considerar y analizar las posibilidades e ir resolviendo por sí mismas situaciones cotidianas. Así y solo así irán elaborando su propia identidad personal y verán la ventaja de llevar las riendas de su propia vida desechando pensamientos como: “No soy capaz de hacer las cosas por mi mism@”, “no quiero caer mal y que me rechacen”, etc.; hay que animarlos sugiriendo pensamientos como: “No pasa mayor cosa si me equivoco”, “soy una persona inteligente y única”, “las diferencias de percepción de las personas son naturales”, etc.

Ayudemos a quien es dependiente a su crecimiento, seguridad y autonomía no prestándonos a solucionar sus necesidades, para que hagan lo que les corresponde y se desarrollen armoniosamente.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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