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Cuando llega la temporada de ciclones tropicales es recomendable estar al pendiente del comportamiento de esos fenómenos y responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo están los trópicos? ¿Hay de qué preocuparse? ¿A cuántos días está algún huracán? Estas son preguntas que tendremos que hacernos todos los días mientras dure la temporada, que abarca del 1 de junio al 30 de noviembre, pero en especial en la parte más intensa que va del 15 de agosto al 15 de octubre y con mayor énfasis en septiembre.

Esta es una costumbre que se fue perdiendo en los años 70, ya que después de la afectación del huracán Beulah en 1967, a la zona vino una gran calma que duró hasta 1980, cuando el gran huracán Allen, en agosto, asustó a los peninsulares, pero como se desvió y no pasó nada, pues la población de la Península de Yucatán tomó más confianza y aún más empezamos a olvidar que vivimos en una zona que siempre ha sido y será afectada por ciclones tropicales y esos fenómenos prácticamente empezaron a ser un recuerdo de algo que ocurrió y que ya no volvería a pasar y se volvió tema de conversaciones.

Sin embargo, llegó 1988 -ya habían pasado 21 años sin afectación alguna- y la formación de un huracán de categoría intensa, Gilberto, en ningún momento nos preocupó desde que se dio la primera noticia, debido a la gran certidumbre que ya existía de que los ciclones eran cosa del pasado y que no nos afectaría; de ese tamaño era la confianza que existía, pero este gran ciclón tropical no solo era intenso, sino que su trayectoria apuntaba hacia la península, ruta que no cambió en ningún momento.El exceso de confianza de la población era tal que hasta las mismas autoridades tardaron en dar las alertas, confiadas también en que haría lo que hizo Allen en 1980, que se desvió y solo hasta que fue inminente que nos afectaría empezaron las carreras, primero de las autoridades y luego el gran reto de convencer a una población incrédula de que la destrucción que se pronosticaba era de magnitudes enormes. La mañana del 14 de septiembre la población salió a trabajar y solo hubo tímidas advertencias de las autoridades para la zona costera yucateca ya en la tarde y muy en la noche del día 13 de septiembre.

Al amanecer del día 14 y al ver la magnitud de la destrucción que Gilberto estaba causando en la zona turística de Cancún, Cozumel e Isla Mujeres, las autoridades yucatecas a toda carrera comenzaron a dar alertas y avisos, a desalojar a toda prisa la costa y la población, aún incrédula, pero por si las moscas, a prepararse para el huracán, sin imaginar que sería una gran lección la que se viviría con algo jamás visto en Yucatán y que se quedó en la mente de los que vivimos esa grande y terrible experiencia en la tarde y la noche tan largas de la afectación de Gilberto a Yucatán.

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