La idea de que los libros con ilustraciones son solo para niños va perdiendo validez en la medida en que las editoriales han comenzado a apostarle al libro álbum y al libro ilustrado, es decir, al libro como arte.

Aunque algunos manejan ambos términos indistintamente, lo cierto es que no lo son. En un libro ilustrado la imagen únicamente cumple la función de acompañar al texto, el cual por sí solo cumple la función narrativa. Las imágenes ilustran la narración, pero no son del todo indispensables para comprender la historia.

Por otro lado, en el libro álbum hay un diálogo entre el texto y la imagen, la cual cumple una función primordial porque agrega información al lector que el texto omite, es decir, el texto no se entiende sin la imagen y viceversa. Estos libros, que han cobrado mucho auge en las últimas décadas, ofrecen una lectura estética y holística del libro, razón por la cual importan todos los detalles en él.

Ambas modalidades están cada día más presentes en los estantes de las principales librerías, sin temor al rechazo que antaño pudieron haber tenido algunos lectores por ellos.

Principalmente destaco los que están ayudando a visibilizar el papel de las mujeres en diferentes ámbitos, desde el literario hasta el deportivo. Uno ya muy popular, que va en su segundo tomo, es el de “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes”, de Elena Favilli, en el cual se retrata a las mujeres más arriesgadas, exitosas y valientes de la historia; las ilustraciones fueron elaboradas por diferentes ilustradoras de todo el mundo y es un gran catálogo artístico del trabajo de todas ellas.

Algo similar realizó Mackenzi Lee en “Las chicas rudas del pasado”, que incluye a cincuenta mujeres inolvidables que cambiaron el mundo, cada una con ilustraciones de Petra Eriksson; en este libro se destaca, además de la hermosa portada, la narrativa de cada una de las historias bien contadas que ofrecen así un libro que vale mucho la pena adquirir.

También el libro “Nosotras”, de Rosa Montero, publicado en 1995 ha sido llevado actualmente a la edición ilustrada por María Herreros, quien le ha puesto unos bellos retratos a cada una de las historias contadas con la maestría y la pasión que caracterizan a la autora.

Por último, también destaco “Mujeres en el deporte”, escrito e ilustrado por Rachel Ignotofsky, libro que muestra la perseverancia de mujeres icónicas y campeonas en todos los sentidos; y, de Taisia Kitaiskaia, ilustrado por Katy Horan, un recorrido por treinta escritoras “Brujas literarias”, brujas porque “no le temen a estar solas en el bosque de su imaginación ni a vivir en cabañas hechas por ellas mismas.

No le temen a la oscuridad” porque brillaron siempre con luz propia y hoy las ilustraciones que acompañan sus historias nos permiten tener una visión mucho más real y cercana a todas ellas.