Lecciones
El poder de la pluma
Es aleccionador y emocionante escudriñar en la historia, buscar datos, cifras, comentarios, sucesos y sucedáneos, actitudes y situaciones por las que pasan los hombres de todos los tiempos y que, cuando se carece de la profundidad que solo da mirar al pasado con ojos de gambusino, nos dan la impresión de que se trata de cosas nuevas, y a veces hasta llamamos a algún hecho un “parteaguas”. A mí, en particular me llama la atención ese desinterés en conocer quiénes fuimos y así construir a quienes queremos ser.
Tomemos, por ejemplo, la frase que la semana pasada dijo el presidente Andrés López Obrador y que fue una cita de la que Gustavo Madero pronunció desesperado ante el hecho de que hicieran lo que hicieran la prensa fifí de la época, tras la caída de su benefactor y protector Porfirio Díaz, no dejaba de criticar, atacar y vilipendiar a su hermano Francisco: “Muerden la mano de quien les quitó el bozal”, desafortunada e inexacta cita, por cierto, del hombre de las mañaneras. Quienes, según Gustavo, “mordían la mano” en esos entonces (inicios de la segunda década del siglo XX) no tenían de ningún modo bozal, antes bien usaban megáfono para perifonear los logros y realizaciones del régimen del oaxaqueño (si hubieran vivido en esta época diríamos que usan las redes sociales para loar al mandamás).
Entonces, no estaban callados los grandes diarios (sobre todo capitalinos), sino alineados con el dictador, cuyas políticas compartían como una rama más del poder (el cuarto poder). Estaban, para usar una frase coloquial, bien maiceados, con las tesorerías de sus negocios bien refaccionadas y podían comprar el mejor alimento gurmet para canes con pedigrí. Así que no tenían necesidad de morder.
Lo que sucedía entonces era que había tal desesperación en las filas maderistas ante los ataques sistemáticos de la prensa capitalina –llegó al grado de que, en vista de que no cejaban los virulentos escritos, Gustavo fundó un periódico con el que pretendía, inútil pretensión, contrarrestarlos- que don Pancho, como ya hemos señalado en artículo anterior, reunió en Palacio a los principales dueños de medios para pedirles que le bajaran el tono y ofrecerles que él les iba a informar de la verdad de cuanto acontecía en otros frentes nacionales en los que el maderismo no las tenían todas consigo (Orozco y su revuelta y Zapata y sus exigencias de una verdadera revolución social).
-He ordenado que se hagan boletines para darles a conocer lo que sucede en el país y yo mismo he elaborado algunos –les dijo-, pero ustedes nos hacen el favor de mandarlos a la página 4 y prefieren publicar versiones inexactas o infundadas, cuando no meros rumores.
Hay que insistir en que importante culpa tuvo la prensa capitalina en la caída de Madero y su asesinato, así como en la irrupción de Victoriano Huerta en la jefatura del Ejecutivo federal. Así es la historia, no hay que jugar con fuego.