La verdad y la justicia no están peleadas
El poder de la pluma
Cuando hay mucha irritación casi siempre se nubla el entendimiento y empieza uno a lanzar ataques sin ton ni son. Ocurre sobre todo ante hechos que lastiman a la sociedad y que causan genuina indignación. Para no ir más lejos, en estos días se ha puesto en el tapete de la actualidad –en redes sociales principalmente- el hecho de que el karateca que golpeó a su novia y le causó serias lesiones puede salir libre hoy si se reclasifica el delito de feminicidio agravado en grado de tentativa por el de violencia familiar.
Quizá –o sin el quizá- vaya a caerme encima todo el peso de los grupos de personas preocupadas con justa razón por el aumento de la violencia contra la mujer y, si es así, pues ni modo, apechugo, pero creo que antes de lanzar juicios lapidarios y llenar de adjetivos a los encargados de hacer justicia se deben analizar todos los ángulos de un caso, y el papel de cada parte y cómo lo desempeñan.
Si, por ejemplo (y no estoy diciendo que así haya sido en este caso) al juez le presentan una carpeta de investigación con deficiencias y fallas y si a la hora de argumentar ante él la defensa le gana a la parte acusadora, al proporcionar mejores argumentos, pues el juzgador va a fallar con base en lo que haya ofrecido una parte y la otra.
Qué más quisiéramos como integrantes de una sociedad indignada sino que se castigara con todo el peso de la justicia a quienes cometen delitos como el señalado –o a quienes, como un caso que me toca de cerca, incumplen obligaciones familiares tan básicas como ver que sus hijos tengan lo necesario para comer y vestir-, pero no siempre es así. Los caminos de la justicia son lentos y tardados y si quienes los caminan carecen de los medios para hacerlo con éxito, pues van a ganar los que tengan más saliva y habilidad, no los que tengan la razón.
Hoy todos tenemos que jugar con las reglas que se han establecido y las reglas están muy claras en el nuevo sistema de justicia oral, donde las partes dirimen los conflictos en audiencias públicas con todas las garantías de ser escuchados y exponer sus argumentos. Como dice una amiga muy querida que conoce a fondo los intríngulis de esta nueva forma de juzgar: Las batallas se dan en las audiencias entre el órgano acusador y la defensa y si la defensa es buena, el órgano acusador debe ser mejor para ganar el caso… y desafortunadamente no siempre es así.
No se trata solo de tener la verdad de nuestro lado, sino de saber defenderla ante el juez, quien no puede sino cumplir lo que la ley ordena. Si hay genuina preocupación social ante las injusticias, lo que creo que sería bueno hacer es buscar que la parte acusadora –fiscalías- tenga mejor preparación para argumentar y lograr que no ocurran casos que luego lamentamos.
Si el karateca sale libre no va a ser culpa de jueces vendidos, sino de acusadores poco preparados. Hoy lo veremos.