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La mañana de ayer domingo conversaba con un amigo científico social por el WhatsApp y comentábamos la primera foto de un agujero negro tomada gracias a la conjunción de un trabajo de décadas de astrónomos en todo el mundo que con la ayuda de ocho telescopios lograron la imagen de ese misterioso objeto 6,500 millones de veces más masivo que el sol y situado a 50 millones de años luz de nosotros.

Nomás para que tengamos una idea de qué se habla, un agujero negro, según han explicado participantes en el proyecto Even Horizon Telescope que logró fotografiarlo, es tan potente que nada puede escapar de su atracción y cualquier cosa que caiga dentro no puede volver a salir. Fotografiarlo, explican para ilustrar el tamaño de la hazaña científica, es tan difícil como intentar hacer una foto de una naranja en la superficie de la luna o como pretender leer desde París un diario que tenga en la mano un sujeto en Nueva York.

México, por cierto, contribuyó al logro desde el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, instalado en la sierra de Puebla, desde donde el radioastrónomo franco-mexicano Laurent Lionard y su equipo de la UNAM se unieron a un total de 200 investigadores liderados por Heino Falcke, astrónomo alemán radicado en Holanda, quien fue el de la idea de fotografiar un agujero negro y cuya expresión ante los hechos fue: “Es un absoluto monstruo. Realmente se parece a lo que vi en mis sueños y simulaciones”.

Falcke es un personaje fuera de serie. Además de profesor de Astrofísica en la Universidad Radboud de Holanda, es ministro laico de una iglesia protestante y no tiene ningún empacho en confesar que sus sentimientos de “asombro y reverencia ante el universo” están influenciados por su religión. “Estoy acostumbrado a plantearme preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la vida y del universo, sobre Dios, y todo”, dijo en una entrevista con la BBC. Falcke suele asombrar a sus colegas cuando se presenta ante ellos con ideas que de entrada parecen descabelladas.

Even Horizon Telescope se refiere, explica uno de los participantes en el proyecto, al punto de no retorno, el umbral más allá del cual nada, ni la luz puede escapar una vez que entra. Ante eso uno se pregunta con temor reverencial: ¿Qué hay más allá?

Hizo su chamba. No puedo dejar sin comentar una expresión del periodista Jorge Ramos, quien el viernes tuvo un diálogo con el presidente López Obrador en su “mañanera”. En una de las entrevistas que le hicieron al presentador, le preguntaron sobre las réplicas que le dio al presidente en torno a las cifras que expuso para demostrar el aumento de la inseguridad en el país. “Hice mi chamba”, dijo.

Y más allá de que nos guste o no su modo de entrevistar, tenemos que reconocer que, efectivamente, hizo su trabajo. Investigó y se preparó a conciencia para lo que viniera. Con esa lección de periodismo me quedo. A mí tampoco me gusta Ramos, pero no dejo de reconocer su profesionalidad. Quizá algunos podamos aprender de eso y dejar de ser caja de resonancia de los poderosos.

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