Plantas que nutren y curan (I)
Miguel Güémez Pineda: Plantas que nutren y curan (I)
Además de su papel como nutrimentos, numerosas especies vegetales de la región han sido empleadas desde la antigüedad con fines farmacéuticos. Y no me refiero a las más de 500 plantas medicinales que los terapeutas mayas de la Península han conocido de manera amplia y profunda desde la época prehispánica, si no a los productos culinarios (frutas, verduras, hortalizas y hierbas de olor o especias) que se emplean popularmente con fines terapéuticos y que durante el periodo colonial se enriquecieron con los traídos del Viejo Mundo.
El empleo medicinal de las plantas de la milpa como el frijol, la calabaza, incluso del maíz, entre otros productos asociados, como el tomate y el chile, data de la época precolonial hasta nuestros días. Sus antiguos usos médicos se pueden indagar en diversas fuentes del periodo colonial y de principios del siglo XX. Actualmente en la Península yucateca numerosas plantas comestibles (nativas e introducidas), se emplean también para tratar enfermedades gastrointestinales y parasitarias; padecimientos de las vías urinarias, trastornos dermatológicos y ginecobstétricos.
El maíz, por ejemplo, además de sus usos alimenticios y rituales o ceremoniales, se ha empleado con fines terapéuticos. Rasmussen y Terán en su libro Las plantas de la milpa entre los mayas, señalan que en Xocen, para detener los vómitos, sacan los trece granos que se están en la punta del elote chico (xmejennal), lo sancochan y lo beben.
El atole caliente de masa de maíz (sa’) endulzado con miel, se usa como complemento del baño puerperal de hierbas, para estimular y bajar la leche materna. El chokosakánes una bebida que se hace disolviendo una porción de masa en un poco de agua fría que se vierte al agua hirviendo, es un buen remedio ante la sensación de vacío en el estómago.
Las pepitas de la calabaza grande (k’úum) mezcladas con hierbas se emplean para desinflamar los pies, aplicándolo sobre la piel limpia y seca. Otros estudiosos reportan el uso del pedúnculo del fruto sancochado con la raíz de chaya de monte para cálculos renales. También el polvo del pedúnculo mezclado con aceite vegetal sirve para los pezones agrietados de las madres lactantes. El jugo de las hojas de la calabaza xka’ (Cucurbita argyrosperma) o la ts’ol (C. pepo) se emplea para granos y erupciones cutáneas. Las semillas crudas peladas y molidas se comen para eliminar lombrices intestinales y también para el mal de pinto; la pulpa de la calabaza se usa para quemaduras y el aceite tibio de las semillas para desinflamar las almorranas.
Para deshinchar el ombligo del recién nacido se aplica un fomento preparado con las hojas asadas de la variedad leek o joma’. La infusión de las hojas de cualquier variante de calabaza se emplea para la incontinencia urinaria.
El frijol (Phaseolus vulgaris) se usa también con fines curativos, las hojas molidas con albahaca se aplican como emplasto en las sienes para calmar el dolor de cabeza, así en reposo deberá estar todo el día o toda la noche. Existe una variedad de frijol (Vigna umbellata) que se utiliza contra el reumatismo. Se mezclan las hojas con los tallos de la ortiga, se machaca bien y se aplica en el órgano afectado, durante tres días o hasta que el dolor ceda (continuará).