Triste Día Mundial del Libro en Yucatán
El poder de la pluma
En días pasados, el 23 de abril para ser exactos, se celebró el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, fecha designada por la Unesco desde 1995 para conmemorar el fallecimiento de Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de Vega, escritores de importancia universal que coincidieron en partir hacia la inmortalidad ese mismo día del año 1616.
Como era de esperarse, no pocas instituciones locales se unieron a la celebración recordando la efeméride, algunas con oportunidad, otras con oportunismo -algunos dirían que con cinismo-, sobre todo si consideramos que en el estado no hay nada que celebrar, dado que la producción editorial en Yucatán es prácticamente inexistente, salvo algunos nobles esfuerzos de autopublicación y editoriales independientes.
La convocatoria del Fondo Editorial del Ayuntamiento de Mérida no se ha vuelto a lanzar desde 2014 -cuyos libros se terminaron de entregar en 2017-; la Sedeculta si bien al principio del sexenio anterior intentó abatir el rezago de publicaciones, al menos tiene un año sin editar ninguna novedad literaria. Salvo una que otra excepción, la Uady también es notoria por su ausencia de gestión en este rubro. Entonces, ¿hay algo que celebrar?
Por alguna razón, los burócratas de la cultura no atinan a desarrollar un plan integral en materia editorial: o publican muchos libros pero sin fomento a la lectura, o fomentan la lectura pero sin publicar ningún libro. ¿Tan difícil es desarrollar ambas cosas de manera paralela? No hay que ser un genio para comprender que ambos temas van de la mano, la promoción de la literatura y la generación de públicos lectores.
Evidentemente, a pesar de lo que se dice ante los medios, lo anterior no se encuentra en la agenda del gobernador Mauricio Vila, del alcalde Renán Barrera o del rector de la Uady, José de Jesús Williams. Las nuevas administraciones del gobierno del estado y del municipio continúan sin presentar sus planes de trabajo a este respecto, a pesar de la consigna federal encabezada por Paco Ignacio Taiblo II. Entretanto, tristemente, seguimos sin libros…