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Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla.- Napoleón Bonaparte

Los sucesos se vuelven repetitivos, al punto que indebidamente los vemos como una acción de realización obligatoria; en otras palabras hacer las mismas cosas aunque ya se hubieran hecho y a pesar de haber fallado.

Ello me remonta al Imperio Romano, cuando durante la primera secesión, en el año 494 a.C., el cónsul Menenio Agripa pronunció, ante el rompimiento entre patricios y plebeyos, un discurso en el Monte Sacro, mismo que contenía la fábula Del estómago y los miembros, para persuadir a los plebeyos de que devolvieran Roma.

Sin duda la división social que enmarcaba aquella época representa el primer paradigma de clases sociales hasta hoy vigente, pero también se convierte en el acto emblemático de la lucha por el poder que determinaba y determina a los dominantes y los dominados.

Aquella inconformidad representó la dolencia que aquejaba a los dominados, el resultado señala que los dominados lograron obtener un segmento de poder.

Sin demeritar los actos de los unos y los otros, centraremos este trabajo en lo repetitivos y previsibles que son los únicos seres vivos que cometen el mismo error más de una de vez: los seres humanos, por ello resultó atractivo colocar en el encabezado una de las frases atribuibles a Napoleón, que propicia el marco perfecto para hablar de la inconformidad social.

Los movimientos sociales actuales han encontrado cauce en vías distintas al pasado, hoy el enojo se canaliza por medio del sufragio, esto representa un gran avance y por supuesto la mejor de las medicinas para combatir la ira de quienes se dicen cansados de quienes tienen el poder.

Un ejemplo claro del disgusto de la sociedad lo encontramos en el proceso electoral que otorgó el triunfo en la elección presidencial a un partido político diferente a los que gobernaron los últimos 24 años. Pero derivado de esos sucesos electorales hoy parece que nos encontramos en un escenario similar a lo acontecido en el Monte Sacro, que reflejó en el resultado el malestar social que aqueja al pueblo mexicano.

Insaciable resulta hoy tal acontecimiento democrático, ya que la discusión que hoy encabeza la delantera entre los vencedores y vencidos se está centrando en quién tiene el poder y quién no lo tiene, parece interesante y más que eso preocupante el descontento que prevalece en los vencedores y no en los vencidos.

Dejar de analizar los sucesos de la historia implica cometer de nuevo el mismo error, recordar el punto de partida de la discusión actual conlleva reconocer que chairos y fifís son un tema que llegó al parecer para quedarse.

La reflexión es: ¿debe ser el resultado electoral suficiente para que acabemos con el malestar o esperaremos que el malestar social acabe con nosotros?

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