|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En el sur de Chihuahua se encuentran los tepehuanos, como todo grupo indígena sufren de carencias ancestrales, en las casas construidas con gruesas paredes de adobe, en la sala mayor de los hogares penden de las paredes fotografías de hombres con la clásica cartuchera cruzada sobre el pecho, el sombrero de copa larga y una carabina en ristre y mirada triste, es como si el Archivo Casasola se hubiera diseminado en esas chozas olvidadas de la dádiva oficial; al notar la curiosidad por la foto dicen, como guión aprendido: “Era mi abuelo, fue un dorado de Villa”. Cuando abandoné esa zona de poblados tristes pensé que el General Villa no tenía tropa rasa, todos eran dorados.

Villa sigue cabalgando en la comarca, convertido en el más grande mito norteño; sin lugar a dudas es uno de los grandes protagonistas del último movimiento armado de México, su figura con su inseparable sombrero, sus cananas y sus caballos es imán de historiadores, novelistas, biógrafos y académicos que disfrutan de las leyendas que nutren la vida de Pancho Villa; en algunas serranías, los lugareños afirman que el caballo de Villa cabalga y busca con desesperación a su amo, tal como el caballo del hijo de Pedro Páramo. Los mismos lugareños, cuando son víctimas de las injusticias, se consuelan con la frase: “Ya vendrá Villa y entonces los poderosos van a llorar lágrimas de sangre”.

Sobre este Robín Hood mexicano se han escrito centenares de biografías, novelas, reportajes, también se han hecho películas, obras de teatro y cientos de corridos. No existe un lugar en este planeta, sin exagerar, que no conozca el mito de Villa. En el mismo Tucson, de la Unión Americana, el guerrillero le ganó a los conservadores su estancia en la majestuosa estatua ecuestre. Algunos países de América y hasta Rusia se han apropiado de su nacionalidad, al menos así lo relata Paco Ignacio Taibo II en su Pancho Villa, al mencionar que Maurilio T. Álvarez, en su libro Pancho Villa, afirmaba que nuestro héroe nacional era guatemalteco.

La biblia del villismo fue escrita por el historiador Friedrich Katz, es una biografía pormenorizada que le mereció premios internacionales, incluso por su obra sobre temas nacionales recibió la máxima distinción que se otorga a un extranjero. En lo personal me gusta la novela Bajo el estigma del quinto sol. La novela de Villa de Earl Shorris y el reportaje de Jhon Reed: México insurgente son la mejor visión de la División del Norte. He visto dos películas villistas, Reed, México Insurgente, dirigida por Paul Leduc, y la coproducción URSS-México: Campanas Rojas, dirigida por Sergei Bondarchuk, me parecen llenas de esa pasión revolucionaria del siglo pasado.

Hoy Villa, al igual que el Che Guevara, sostiene una lucha contra los ultraconservadores que desean bajarlos de su pedestal de mitos, con todos sus simbolismos de idealismo que tanta falta hacen en esta modernidad light.

Lo más leído

skeleton





skeleton