Triturados por el sistema

Hong Kong, largos años administrada por los británicos y ahora bajo control chino, es una comunidad inundada de centros financieros y de negocios.

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Hong Kong, largos años administrada por los británicos y ahora bajo control chino, es una comunidad inundada de centros financieros y de negocios; la tierra es escasa y exorbitantemente cara, los espacios para vivir muy reducidos, los precios de cualquier vivienda son realmente prohibitivos, los salarios se encuentran estancados y el envejecimiento de la población tiene una tendencia muy marcada: ancianos desempleados, improductivos e inútiles para un sistema utilitario que exclusivamente busca la generación de riqueza, van arrastrando en sus espaldas toda clase de historias, enfermedades, abandono de los hijos, muertes de familiares que los han sumido en la soledad de un mundo para ellos ya incomprensible.
El establecimiento de una conocida marca de hamburguesas que labora las 24 horas se ha convertido en esa ciudad en un lugar de cobijo para gran número de personas sin hogar, la mayoría de ellos ancianos; conforme avanza la noche los clientes son cada vez más escasos y habitualmente se quedan en el primer piso, el segundo se ve congestionado por los sin hogar, piadosamente las luces del segundo piso se apagan para que los cansados cuerpos puedan reponer las fuerzas con mayor tranquilidad.

Un ex policía de 54 años que alquila una reducida habitación cercana al lugar asegura que pasa la mayor parte de sus tardes en el restaurante. La mayoría de quienes se quedan ahí son pobres vagabundos que no tienen otro lugar donde ir, se conocen entre ellos, platican y se saludan; el hombre asegura que se siente en un ambiente familiar, pues casi todas las caras son conocidas. Se queda en el lugar por la compañía y porque es más agradable que estar completamente solo en casa. Uno de cada tres ancianos de Hong Kong está por debajo de la línea de pobreza.

No en Hong Kong, pero sí en el resto del país, la política del gobierno chino de un solo hijo ha tenido consecuencias funestas para los ancianos; la prohibición que por más de 40 años ha impedido a los chinos tener más de un hijo está generando en el país innumerables ancianos que carecen de todo apoyo. Algunas parejas pasaron toda su vida conyugal sin ningún hijo y al enviudar se encuentran completamente solos; en otros casos, los hijos emigraron tratando de encontrar mejores condiciones de vida y los padres quedan solos atrás.

Durante estos 40 años, los gobiernos de los países desarrollados, tanto de Norteamérica como de Europa, se han hecho de la vista gorda ante el atropello a los derechos humanos de cientos de millones de chinos que no han podido decidir en libertad la cantidad de hijos que desean tener; hipócritas, falsos, interesados sólo en las ganancias, la utilidad y el negocio, los gobiernos occidentales decidieron renunciar a la defensa de los más elementales derechos humanos de los ciudadanos chinos, siempre que el gran capital y la empresas pudieran realizar negocios en esa nación.

Gobiernos de países que pregonan la importancia del respeto a los derechos humanos, pero que, actuando como Judas, han vendido su conciencia, traicionando al género humano a cambio de la posibilidad de aumentar sus ganancias, todo sea por acumular la mayor cantidad de riqueza, no importa si para ello cientos de millones de personas se ven condenadas a la soledad por carecer de una red familiar adecuada y sana que pudiera garantizarle, si no una seguridad, sí al menos una mayor esperanza de una vejez digna.

China abandonó finalmente la política de un solo hijo, pero de ninguna manera esto tiene que ver con mayor respeto a los derechos humanos; son únicamente decisiones de negocios. La población va envejeciendo y ante la falta de mano de obra el gobierno ha concluido que se necesita aumentar la tasa de nacimientos, todo para poder aceitar la maquinaria de producción del país.

Mercaderes todos de la dignidad humana, tanto los que aplican políticas restrictivas contra su pueblo, como aquellos mal llamados civilizados que deciden aceptar el atropello de los más elementales derechos humanos a cambio de una ganancia económica, no importa si para ello millones de ancianos tienen que vivir en el abandono, la soledad o la pobreza, total lo realmente importante es producir ganancias; bueno, al menos mientras no lleguemos a ancianos, que será entonces cuando el destino nos alcance.

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