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No es la primera vez que la esposa de un presidente acapara periódicos y revistas de sociales. Tan solo recordemos que, en 2017, los medios de comunicación hablaban de las prendas de vestir que usaron Melania Trump y otras esposas de los casi todos hombres reunidos en Bélgica con motivo de la cumbre de la OTAN. O de la vez que la revista Marie Claire publicó una entrevista a Angélica Rivera y su hija Sofía Castro, que resultó más polémica por las fotografías dentro Los Pinos que por las declaraciones en sí. Sin embargo, es un hecho inédito en México que varias publicaciones, con sus respectivas redes sociales, se refieran a Beatriz Gutiérrez Müller como una “no primera dama” o la primera mujer con doctorado en acompañar a un presidente.

Desde antes que Andrés Manuel López Obrador ganara la presidencia de México, Gutiérrez Müller dio la nota cuando, en un mitin que tuvo lugar en Veracruz, expresó su desacuerdo con la idea de primera dama. Dijo: “En México no queremos que haya mujeres de primera ni de segunda”. En esa misma ocasión, manifestó que la figura es clasista y que el papel de la compañera de un presidente no debe ser de un simple adorno sino tener una participación más activa.

Las declaraciones fueron polémicas y dieron pie a discusiones en redes sociales. Hubo quien aplaudió la propuesta, así como hubo quien la criticó por adelantarse a las elecciones. Una vez electo AMLO, dieron a conocer que Gutiérrez Müller trabajaría, sin goce de sueldo, en la recién creada Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural.

Para la historiadora Sara Sefchovich, Beatriz se desdice. En entrevista con El Universal, la académica comentó que toda aquella esposa de presidente que tenga una función pública está haciendo uso de sus derechos –no escritos– de primera dama. Afirma que está en la coordinación por ser la compañera de un presidente y, además, no es la única esposa a la que dan un nombramiento diferente a la asistencia social, ya que en pasados sexenios se han creado institutos que van de acuerdo con los intereses de las esposas.

Pese a esto, es importante señalar que la postura de Gutiérrez Müller, de que no se referirán a ella como primera dama, es política y visibiliza la cosificación de las esposas de presidentes. Ya es necesario dejar de usar ese adjetivo de “primera” que las distingue de otras mujeres sin más mérito que ser esposas.

Además, la mediatización de la existencia o no de la primera dama no debería distraernos de que las mujeres tengan puestos públicos y sean partícipes reconocidas legalmente en la toma de decisiones, como pasa con Olga Sánchez Cordero, la primera mujer en asumir la Secretaría de Gobernación y quien se ha expresado a favor de la legalización del aborto y la muerte digna.

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