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Comprender a los demás es ser inteligente, comprenderte a ti mismo es ser sabio. Tao The Ching

No somos buenos, tampoco malos, por naturaleza llevamos por dentro lo claro y lo oscuro, lo positivo y lo negativo. Y aunque por fuera parece que no pasa nada, mientras damos los buenos días, sonreímos, saludamos, caminamos y continuamos; en nuestro interior sucede una constante lucha que parece eterna, y eso no está mal, es parte de nuestra naturaleza.

El problema comienza cuando el ego se antepone, solicitando llevar el control, y no de algo, él quiere todo: la actitud de los familiares, la decisión de los semejantes, el comportamiento de la pareja, el carácter de los hijos y hasta la respuesta de quien se topa en el camino por casualidad.

Nuestro mundo interior está lleno de sorpresas, algunas son motivos que nos impulsan a ir hacia adelante, a pesar de todo, sin importar lo difícil, son éstas las que nos hacen mejores personas, porque nos inyectan una energía positiva que va siempre en busca de un crecimiento. Invitándonos a perseguir muchos logros, nos hacen mirar hacia arriba, hacia adelante, y abrazan el alma con felicidad; pero hay otras que son trampas, voces molestosas que repiten aspectos negativos, chillan de manera constante logrando que la seguridad se tambalee y titubee una y otra vez…

Entonces llega el caos y con él surge la mala necesidad de tener el control de los resultados, inaugurando una inútil lucha en contra de la naturaleza del universo, ese que, según Lao Tse: “fluye por todas partes, tanto a la izquierda, como a la derecha; el universo ama y nutre todas las cosas, pero no domina ninguna de ellas”. En pocas palabras, el universo fluye, no impone.

Por el contrario, ese comportamiento erróneo que busca maniobrar hasta el movimiento de la hoja del árbol que se mira por el camino, es algo que a la larga estanca y no permite avanzar.

En el “Tao The Ching”, texto clásico del taoísmo atribuido a Lao-Tse, se esconde una interesante frase que explica este comportamiento: “Comprender a los demás es ser inteligente, comprenderte a ti mismo es ser sabio”. Se trata de soltar lo externo, dejar que lo que no habita en nosotros fluya, mientras observamos y conocemos nuestra esencia.

Te recomiendo que la próxima vez que esas voces malévolas intenten apoderarse de ti y pretendan que controles el ritmo absoluto del planeta, respires, inhales y exhales profundamente, permitiendo que tu cuerpo libere esa angustia, para fluir como lo hace el universo, aceptando que todo pasa como tiene que pasar.

Cuando fluyes aprendes a confiar, a enfrentar el día a día con una actitud positiva, mirando lo que está por venir como una aventura.

Recuerda que jamás será posible que tengas el control absoluto de algo, debes, tal como lo hacían los antiguos guerreros guiados por sabios, aprender a prepararte y estar listo para diversas variables posibles, pero después, debes confiar, estar dispuesto y mantenerte listo, para enfrentar las adversidades. Asimila y acepta que debes ser flexible, porque si esperas un sólo resultado, seguramente sufrirás.

Prepárate, entrega lo mejor de ti, confía y deja que todo fluya.

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