Los tiempos pasados no fueron mejores para las escritoras
Aída López: Los tiempos pasados no fueron mejores para las escritoras.
No digas: todo tiempo pasado fue mejor,
pues no sabes si en verdad lo fue
Eclesiastés 7:10
Que las mujeres escriban no es novedad. Ahora que la literatura las visibiliza, muchos se preguntan si en el pasado no las había, lo cual es una falacia que se mantuvo durante varias décadas, por no decir siglos. A pesar de que se le reconoció a la griega Safo como poetisa antes de Cristo, ello no significó que a partir de ella se les tomara en cuenta a las mujeres que se dedicaran al oficio de escribir. Las mujeres estuvieron fuera del canon literario hasta que apareció Sor Juana Inés de la Cruz. Las escritoras eran consideradas transgresoras del orden y por ello sus lecturas no eran recomendadas por la Iglesia y el Estado, esto motivó que quienes tenían la vocación, hayan optado por usar seudónimos, tal es el caso de la yucateca Dolores Bolio Cantarell, quien publicó su primer libro de leyendas y relatos mexicanos desde Nueva York.
Aroma Tropical (1917) de su autoría, está firmado por Luis Avellaneda, uno de los nombres que utilizó la escritora para que su literatura fuera aceptada como lo manifiesta en el prólogo que ella firma. A manera de diálogo, Dolores considera un atrevimiento escribir la introducción que el “autor” del libro, Luis Avellaneda, le pide: “…tampoco a las mujeres de espíritu cierto les es dado encontrar fácilmente un mecenas”. A partir del conversatorio, previa aceptación, es que Dolores inicia el texto expresando su ilusión por escribir su primer libro, alude a su añoranza por sus playas resplandecientes y lejanas que admira en las obras de sus amigos pintores, en contraposición a la “mortaja de nieve sobre Nueva York”. Lo firma con su nombre de casada Dolores Bolio C. de Peón. Nueva York, enero, 1917.
La primera leyenda del libro: “Aromas de Antaño”, ambientada en Mérida, da cuenta del destino de las mujeres en la sociedad, “las chancletas”, quienes no tenían voz y menos voto. En ocasiones eran monedas de cambio para desahogar las deudas del patriarca, un buen partido era la esperanza de saldar cuentas, como le sucede a Catalina Ruiz de Escobar, la protagonista, que ve truncada sus aspiraciones religiosas al ser prometida en matrimonio por su padre a su acreedor, algo común entre las familias venidas a menos.
La leyenda contada por un narrador masculino en 10 capítulos y un epílogo contendidos en 137 páginas, bien podría ser una novela corta. El lenguaje literario oscila entre la prosa y la poesía. A través de un caleidoscopio de imágenes y descripciones, Dolores Bolio Cantarell recrea la leyenda narrada por una monja anciana, quien en el epílogo nota la discrepancia entre lo contado oralmente y lo escrito ya que, a su parecer, le pesa el “artificio literario” porque le resta frescura al relato. El texto aborda de manera colateral la situación sociopolítica de México en la segunda mitad del siglo XIX con las Leyes de Reforma.