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Nacida en La Habana el 4 de septiembre de 1844, pero avecinada en Yucatán desde 1869, en mayo de 1872 doña Ángela González de Menéndez ocupó la dirección del Liceo de Niñas de Valladolid La Esperanza. Con anterioridad había diseminado en Tixkokob las semillas de la educación femenina, pero ante la carencia de una escuela para señoritas, varios miembros distinguidos de la sociedad vallisoletana solicitaron a la maestra Ángela que instituyera una en Zací.

Una vez inaugurado el Liceo, los vecinos con posibilidades de hacerlo inscribieron a sus hijas en el plantel de primaria inferior y superior. Ayudaron a la nueva directora su esposo y su hermano político, Antonio y Rodolfo Menéndez de la Peña. En breve comenzaron a observarse avances entre las alumnas de una y otra sección, evaluadas a través de los exámenes efectuados en 1873. Como en la actualidad, en aquellos años Valladolid era considerado el lugar del interior donde más aprecio se tenía por la educación pública. Todos se interesaron: autoridades, padres de familia y los mismos alumnos y alumnas mostraban entusiasmo ante la presencia de estos mentores cubanos. Incluso los exámenes de 1873 llamaron la atención por un innovador curso denominado Lecciones de cosas, a cargo de Rodolfo Menéndez, incorporado por vez primera en un programa de exámenes en Yucatán.

Los encuentros escolares de fin de cursos eran un acontecimiento meritorio, puesto que familias enteras asistían a presenciar las pruebas literarias que sustentaban. Prestaban atención a cuanto se preguntaba y a cuanto respondían, en todas las asignaturas. Elogiaban las composiciones poéticas y los discursos de las señoritas y los estudiantes del Liceo Hidalgo, que a la sazón era el colegio para varones. La entrega de premios adquiría solemnidad, ya que se realzaba el empeño de los profesores, celebrando los días de la fiesta educativa como fiestas populares o patrióticas.

El nuevo curso escolar contó con aprobación general de los vallisoletanos, aumentando el número de alumnas y realizando mejoras en los exámenes finales. La directora de La Esperanza fue felicitada por las autoridades al ser premiada, como resultado de sus esfuerzos a favor de la niñez.

Cumplido el tiempo que ofreció permanecer en Valladolid, doña Ángela se trasladó a Izamal, donde fueron solicitados sus servicios educativos. Y el día 15 de enero de 1875 fue admitida su renuncia a la dirección de La Esperanza, por lo cual el gobierno de Eligio Ancona pagó varios sueldos que le adeudaban. El jefe político de Zací, Carlos Moreno Navarrete, otorgó una certificación donde consta que doña Ángela González estuvo al frente de aquel insigne Liceo, velando por la educación de las niñas vallisoletanas.

Quienes tuvieron la suerte de haber sido alumnas de la profesora Ángela y de los hermanos Antonio y Rodolfo Menéndez quizás fueron semillas en los posteriores años de adelanto educativo que experimentó Valladolid.

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