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La máxima japonesa “tus hijos son mis hijos” es un principio que abona a la protección de los menores de edad, pero sobre todo al abuso sexual infantil. El papa Francisco ha pedido que en el mes de noviembre nos unamos a sus intenciones de oración para rezar por los niños que sufren.

Y es que, en el marco de la celebración de la Convención de los Derechos del Niño, los crímenes contra ellos van in crescendo.

Para México, la situación es aún peor, porque deshonrosamente ocupamos el primer lugar en la producción de pornografía infantil; nuestro país se ha constituido como el paraíso de los depredadores de pequeños, ya que en por lo menos cuatro ciudades aparecemos en el ranking de los diez primeros, liderando la lista Tijuana, ocupando Acapulco el tercer sitio, Cancún el cuarto y Puerto Vallarta, el sexto.

Son tan “jugosas” las ganancias que deja este crimen, que se estima ascienden a unos 150 billones de dólares anuales, tan sólo detrás del estimado por tráfico y comercialización de fentanilo.

El fin de semana pasado se celebró en la Ciudad de México la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) contando con la presencia de grandes expositores, entre quienes se encontraba Rosy Orozco y Tim Ballard, ambos una especie de héroes en lo que respecta al rescate de menores víctimas de trata y explotación sexual, que expusieron lo grave que es este problema que atañe a todo el mundo, pero que en lo particular tiene mucho que ver con Estados Unidos y México, pues si en este país se encuentra la oferta, la demanda la lideran los vecinos del norte.

En el mundo, según la OIT (en su informe “Global SlaveryIndex 2017”), se estima que 40 millones de personas son esclavas de este delito, un 25 por ciento son niños, niñas y adolescentes. En Latinoamérica, y especialmente en nuestro país, tres de cada diez víctimas son niños.

El Proyecto Freedom del Movimiento Viva México contempla acciones con los diferentes estados de la República, ya que el compromiso para acabar con este tipo de violencia pasa forzosamente por los diferentes niveles de Gobierno, por prestadores de servicios orientados al turismo y por la sociedad en su conjunto.

Este movimiento ha estado trabajando muy fuerte para obtener información fidedigna, y el papel de la sociedad es fundamental. Este crimen es perpetrado por personas con alto poder adquisitivo, que sin escrúpulos miran a la niñez como un producto, violan no sólo su cuerpo, sino también su integridad, su dignidad, su ser mismo en todas las dimensiones.

Que esto exista habla de una descomposición social y moral a gran escala, que existan agencias especializadas que organizan estos “servicios” sólo revela cuan mal estamos.

Esta trágica realidad podremos “tocarla” cuando se estrene la película “Sonido de Libertad”, de Eduardo Verástegui, el tráiler ya está disponible en las redes y nos dicen que está basado en hechos reales, precisamente en la vida de Tim Ballard.

La invitación queda abierta a todos, si nos preocupan los niños, que también nos ocupen, los tuyos y los míos, por lo cual adoptar el “tus hijos son mis hijos” ya pone el cimiento en la prevención de la violencia.

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