Dilema desde el norte
Marcelo Salinas: Dilema desde el norte.
Cuando ya sean claros e inobjetables, los resultados de los comicios en Estados Unidos podrán ser analizados con justa precisión, con el impacto en México como un aspecto prioritario en los comentarios posteriores. En Quintana Roo también se sigue con particular interés, por conocidas razones.
El vecino del norte no sólo es el principal socio comercial, sino el mayor emisor de turistas hacia el Caribe mexicano. La seguridad y la migración son, entre muchos otros, dos elementos que mantienen la expectación al máximo. Incluso, la reforma judicial es materia de interés en Washington.
Entonces, ¿conviene Kamala Harris o Donald Trump? Es una pregunta frecuente, dado el arranque de un nuevo gobierno federal con la primera presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum; el conocimiento que se tiene sobre Trump, quien ya gobernó su país (con pandemia incluida); la expectativa que genera Harris por ser mujer (también sería la primera si es que alcanza los 270 votos de los colegios electorales), entre otros aspectos, como las duras advertencias a México de ambos personajes en coyunturas específicas. Trump ha sido, eso sí, más recio que su contrincante.
La respuesta no es sencilla justamente por ello: en términos generales ninguno genera optimismo desbordado. Analistas estadounidenses coinciden en que persiguen lo mismo en grandes temáticas (migración, seguridad, narcotráfico y otros), pero el estilo es distinto. Es decir: la demócrata es vista más institucional y predecible, o menos errática que su rival republicano, que no cumplió todo lo prometido cuando fue presidente, como el muro fronterizo.
También dicen que podría haber mayor afinidad con la presidenta Sheinbaum, más allá del género. Es un leve consuelo: es que Harris votó en contra del TMEC, que deberá revisarse en 2026.
Para algunos, en los últimos años los puentes de relación entre los países se han dañado; para otros, la nueva política mexicana, al exigir un trato parejo y digno, fomenta esquemas de cooperación inéditos, que aún no se consolidan, aunque serían positivos a largo plazo. Cuestión de tiempo quizá.
Quien gane la presidencia tendrá que seguir compartiendo con un vecino envuelto en una espiral de cambios profundos, que no siempre gustan en su embajada ni en su Congreso ni en sus oficinas de gobierno.
Por ahora, para México y buena parte del mundo se presenta como un dilema lo que resulte al norte del Río Bravo.