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Acostumbradas a politizar cualquier tema, proyecto civil o actividad humana, las autoridades de gobierno no miden las consecuencias de sus actos, más bien, sí las miden y por eso actúan como lo hacen, sin reparar en la ética, el sentido común o la más elemental decencia. Olvidan que ahora la sociedad está más informada (en tiempo y forma) y participa activamente en cualquier tema de su interés.

Unos ejemplos de que lo que está bien a veces no es correcto los acaba de dar Ana Gabriela Guevara, titular de la Conade, que premió al presidente con una medalla conmemorativa de los Juegos Panamericanos Lima 2019 por “su apoyo” a los deportistas, cuando de todos es sabido que no solo no hubo tal apoyo, sino que se les ha regateado, y en otros casos retirado, en aras de la austeridad y de nuevas políticas emprendidas por la velocista retirada, quien olvida los reclamos que hacía a las autoridades del deporte cuando estaba en el apogeo de su carrera.

México obtuvo en esta justa 136 medallas: 37 de oro, 36 de plata y 63 de bronce, superando por mucho las expectativas de la Conade.

La entrega “en agradecimiento a este esfuerzo que hace por apoyar económicamente al equipo y entusiasmarlos”, fue un acto de lo más lacayuno que puede hacer un funcionario. Se entiende que Ana Gabriela quiera quedar bien con su jefe por haberla beneficiado primero con un escaño y luego con la Conade (y aspira a gobernar su estado, Sonora), lo incomprensible es que el receptor la haya aceptado.

Porque, como dijo desde el Senado el joven tria-tleta Guillermo Ruiz Tomé: ningún deportista que participó en estos Juegos Panamericanos comenzó su preparación el 1 de diciembre, sino desde mucho tiempo atrás, y el resultado no es ni de este u otros gobiernos. Además, pidió a la directora de la Conade que tome con seriedad su papel y concretamente les apoye con becas y solicite mayor presupuesto para el deporte.

Y aquí aterrizamos con otros apoyos que se brindan a los deportistas, porque muchos, sobre todo los de la “élite” o de “alto rendimiento”, reciben subsidios (o becas) para que solo se dediquen a sus entrenamientos. Tal es el caso de las secretarías de Defensa y Marina que tienen entre sus filas a unos 150 deportistas (muchos de ellos acudieron a Lima 2019), con diversos grados, quienes perciben, además de un buen sueldo, diversas prestaciones como seguro médico para familiares y posibilidad de planear una jubilación bajo el esquema de las fuerzas armadas, además de ascensos meteóricos: el clavadista yucateco Rommel Pacheco, que hace unos años fue reclutado como soldado, hoy es subteniente, y la marchista Lupita González es teniente de corbeta de la Armada.

Y si bien todos ellos pertenecen a la milicia, se me hace un tanto exagerado que se destaque esta su situación, ya que su labor es representar al país y la institución en competencias internacionales, no desempeñan servicio militar alguno. Por tanto, tampoco es válido colgarse la medalla que lograron estos deportistas que, sin duda, son orgullo para el país. Y por ello se les reconoció su participación, con un buen incentivo económico, por parte del Gobierno. 

Anexo “1”

 “El Chino”

Juan Miranda, homónimo de aquel actor de cine, era un marinero camarero. Chilango, bajito, callado, rostro con huellas de acné. Con su corte a “cepillo” y ojos rasgados “El Chino” hacía honor a su apodo... y era un buen boxeador de peso pluma.

Vivía a bordo de nuestro guardacostas “Ponciano Arriaga”, de base en Mazatlán, y en sus ratos libres bajaba a la bodega de popa y dedicase a golpear el costal relleno de arena que él mismo hizo con lona de un toldo desahuciado y cosido con ayuda de algún contramaestre del barco, hacer repetidas abdominales sostenido desde la barandilla de estribor o babor, o escalar a pulso algún fol (cables de acero) de la cruceta. Se las ingeniaba. En puerto, Miranda hacía condición física corriendo grandes distancias en los muelles o en la playa. Logró buenos lugares en dos Juegos Deportivos que la Marina organizó en la década de los 70. Solo le proporcionaban el pasaje para ir al lugar sede, uno de ellos fue Acapulco.

Como “El Chino”, había varios marinos deportistas natos, forjados ellos mismos, no como ahora que los que representan al Ejército o la Armada son “becados no pasan lista en los cuarteles, solo entrenan;  muchos de ellos lograron medallas en los recientes Juegos Panamericanos de Lima, y son dignos de encomio.

Creo que “El Chino” hubiera hecho una buena carrera de haber accedido a los apoyos que tienen los deportistas de ahora.

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