Leyenda del perro que habló y arrulló a un bebé

Llena de amargura, una mujer maltrataba todos los días al animal hasta que un día vio algo inimaginable.

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Con el paso del tiempo se ha perdido el lugar donde originalmente se vivió el caso que dio origen a la leyenda del perro que habló. (SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Existen varias leyendas del Mayab de orígenes tan antiguos que poco a poco se va distorsionando en qué lugar exacto ocurrieron. Tal es el caso del misterio del “perro que habló”, relato que a continuación les presentó.

Cuenta la leyenda que hace muchos años en un lugar cercano a la ciudad de Mérida vivía una señora con su bebé y un perrito que más que mascota lo tenía como estorbo, ya que la mujer lo trataba muy mal, le gritaba, casi no le daba comida y a veces hasta lo agredía a golpes.

Como muchas veces ocurre, el fiel animal, lejos de huir, siempre estaba ahí junto a su ama, no en balde dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, aunque a veces éste los trate mal.

Parte de la molestia y amargura de la señora era porque su marido la había abandonado cuando se enteró que estaba embarazada, y poco después se enteró que se había ido a vivir con una mujer más joven.

Sin ninguna ayuda ni apoyo dio a luz y a diario hacía todos los quehaceres de su hogar, pero lo que más le molestaba era tener que caminar todos los días más de un kilómetro, hasta donde estaba el pozo, cargando un cántaro lleno de agua, por lo que tenía que dejar sola a su nené.

"Cuida a mi hija", le decía a diario

Cada vez  que se iba le gritaba a su perro, con voz burlona y a su vez molesta: “Cuida a mi hija, a ver si haces algo productivo, sólo te dedicas a comer y a dormir, no ayudas en nada en esta casa”.

El noble perro sólo miraba fijamente a su ama sin entender nada de lo que le decía, o al menos eso aparentaba…

Un día, la mujer estaba con su rutina diaria y recordó que el agua se le estaba acabando, entonces adormeció a su hija en una hamaca, tomó el cántaro y se dispuso a ir por el preciado líquido.

Al salir, vio al perro y le dijo como siempre: “Cuida la casa animal y, si despierta mi hija, le cantas para que se duerma de nuevo”.

Hora y media después, la señora regresó a su casa con su cántaro lleno de agua, pero conforme se iba acercando escuchaba una voz masculina que provenía del interior de su vivienda.

Temerosa de que alguien hubiera entrado a su domicilio, fue caminando con sigilo y descubrió que la voz estaba cantando una canción de cuna que conocía bien, porque esa era una de las que le cantaba a su bebé.

El perro estaba arrullando a la bebé

Al abrir la puerta, tremenda fue su sorpresa al ver que era el perro cantando y meciendo a la bebé en la hamaca, estaba parado arrullándola para que no llorara; la mujer, del susto, tiró el cántaro de agua y, según cuenta la leyenda, empezó a salir tanta agua del mismo que se inundó, no sólo la casa sino también una hondonada que tenía en su patio hasta llenarse, convirtiéndose en una pequeña laguna.

Esa es la parte medular de esta leyenda. A partir de ahí hay dos vertientes, en una se cuenta que con el paso del tiempo la laguna se secó y han visto deambular a la señora con su bebé en brazos, ya que fallecieron ahogados. Otra versión señala que la laguna no se secó y es la que actualmente se encuentra en la población campechana de Chuiná.

De hecho, se afirma que esa agua es milagrosa y año tras años miles de personas de varios estados de la República acuden a esa laguna y a venerar a la Virgen que es la patrona de ese poblado.

Otra versión señala que esta historia ocurrió cerca de lo que hoy es el poblado de Tigre Grande, comisaría de Tekax. Sin embargo, aunque no se sepa el origen exacto de esta leyenda, no deja de ser muy interesante e incluso de cierta forma es una lección para no tratar mal a los animales.

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