Sacerdote 'acompaña' a su madre muerta

El religioso no pudo llegar a tiempo al sepelio de su progenitora, pues vivía en otra ciudad.

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No sólo en panteones, incluso en iglesias se han captado evidencias de sacerdotes ya fallecidos. (Archivo/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Para algunos puede sonar sorprendente el hecho de que un sacerdote después de muerto pueda vagar como alma en pena, pero si partimos de que todos los humanos tienen alma, entonces no podría sonar tan descabellado.

La investigación que a continuación les presento fue hecha en el municipio de Chemax, al oriente del estado de Yucatán.

De acuerdo con lo que se cuenta, un ser fantasmal quien en vida fuera sacerdote vaga en el cementerio de esta población para ver a su difunta madre.

Según los datos que pude recabar, a principios de los años ochentas falleció por una larga dolencia una señora que radicaba en ese poblado desde hacía muchos años, tenía ocho hijos, cinco de los cuales radicaban en otros estados del país.

Uno de ellos era párroco de una iglesia en Jalapa, Veracruz, pero por cuestiones de la distancia no pudo llegar a tiempo al velorio; en ese entonces no eran tan fáciles los traslados y para llegar a Chemax primero tenía que llegar a Mérida y de ahí un viaje de poco más de dos horas.

Llegó por la noche, pero el entierro en el panteón había sido a las cinco de la tarde; llorando con sus hermanos en la casa materna pidió que lo lleven al camposanto, a lo que sus hermanos le dijeron que no sería posible ya que este ya se encontraba cerrado pero al día siguiente a primera hora podrían acudir.

Murió de dolor

Por lo tanto cenaron, platicaron un buen rato en la sala de la casa y se fueron a descansar; vieron que el sacerdote tenía la mirada perdida y no paraba de llorar, parecía no escuchar a sus hermanos, pero estos lo atribuyen al dolor normal de haber perdido a su madre y sobre todo el no haberse podido despedir.

Al día siguiente, se levantaron a las ocho de la mañana, y al golpear en su habitación se dieron cuenta de que no salía nadie ni se escuchaba nada, esperaron un buen rato y decidieron entrar, pues no estaba por ningún lado, al abrir, notaron con horror que el sacerdote estaba inconsciente.  

De inmediato llamaron a un doctor y este les dijo que estaba muerto, había sufrido un infarto; fue un shock para el resto de la familia pues aunque no estaba tan viejo (tenía 51 años) jamás imaginaron que el dolor por haber perdido a su madre propiciara su muerte.

Los hermanos prepararon los actos propios del velorio y entierro, y lo impactante y sin explicación vino en la tarde, cuando llevaron a enterrar al occiso, pues el velador aseguraba que ese día a eso de las nueve de la mañana (acababa de abrir el panteón) había visto al padre con unas flores en la mano y le preguntó cual era la tumba de su madre.

El veterano velador lo había conocido desde la infancia y estaba seguro de que se trataba del sacerdote. ¡No puede ser! Dijeron todos los hermanos, ya que habían encontrado su cuerpo inerte en la cama de su casa a las 7:45 de la mañana, por lo tanto era imposible que después de las nueve hubiera ido al cementerio.

Logró despedirse

Todos se persignaron ante esa extraña situación que había acontecido, el velador era una persona que no tomaba y que se llevaba con la familia desde hacía muchos años, por lo tanto era difícil pensar que se hubiera confundido o bien que les estuviera jugando una broma pesada.

Lo que si apareció en ese momento fueron las flores que el sacerdote había dejado en la tumba de su madre. ¿Qué fue lo que pasó realmente? La lógica no parece darnos una respuesta, pero si vemos más allá, podría ser simple: el dolido hijo se fue a despedir de su madre.

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