La leyenda de la Gruta del señor Caamal

Una caverna de Akil, Yucatán, alberga la tumba de un gobernante maya que trascendió la historia porque fue justo con su pueblo y agradecido con los dioses.

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Fue tanto el amor del señor Caamal a su pueblo que le pusieron a la gruta su apellido, y afirman que su alma permanece en la caverna. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Se cuenta que antes de la llegada de los españoles a nuestras tierras existió un gran gobernante al que todos conocían como señor Caamal. Era muy querido y apreciado por sus súbditos porque siempre los trataba como hermanos, para él los hombres eran iguales y debían ser tratados de buena forma.

Al señor Caamal no le gustaban la guerra ni los conflictos, cuando su pueblo se encontraba en peligro prefería refugiarse con su gente en las grutas de la serranías de los poblados, no por cobardía, sino por salvaguardar la vida de las personas que tenía la encomienda de guiar y cuidar, además no eran una aldea bélica, la gente se dedicaba al estudio del cosmos y de los secretos de las estrellas, así como al estudio de las propiedades curativas de las plantas, entre otras ciencias.

El pueblo del señor Caamal siempre frecuentaba una gruta en el pueblo de Akil a la que consideraban sagrada, pues en numerosas ocasiones la utilizaban para resguardarse de sus enemigos o en ocasiones para realizar rituales sagrados a sus dioses, para obtener la gracia y benevolencia de aquellos. 

Cierto día, un grupo de guerreros proveniente de tierras muy lejanas los persiguió hasta la serranía akileña con la intención de saquearlos y robar a niños y mujeres.

Ante esta difícil situación el inteligente gobernante ordenó a sus súbditos refugiarse en el interior de aquella gruta hasta que pasara el peligro, les dio para beber unas medicinas que él mismo preparó para que durmieran profundamente durante varios días. 

No les hicieron daño

Se dice que los enemigos siguieron a la perfección el rastro, pues acostumbrados a los conflictos, eran hábiles maestros para rastrear pistas, grande fue su sorpresa al percatarse que las huellas se perdían a los pies de una inmensa piedra que parecía ser la puerta de una gruta, pero por más que lo intentaron no lograron moverla ni un centímetro, por lo que se retiraron del lugar extrañados por lo sucedido.

Cuando despertaron del sueño, el rey y sus súbditos estallaron en júbilo y agradecieron a los dioses mayas y a la gruta haberlos salvado de sus enemigos. 

Fue tanto su amor por la gruta que decidieron vivir en un gran valle que se encuentra subiendo un cerro y desde donde se puede ver con facilidad la caverna. Con el correr de los años el señor Caamal envejeció, se cuenta que alcanzó los 90 años y su poblado llegó a ser uno de los más prósperos y felices de la región sur del estado de Yucatán.

Antes de su muerte el dirigente dijo a su pueblo que cuando llegara el final de sus días lo enterraran en la gruta a la que tanta estima tenía, esta fue la petición final del gran hombre a sus gobernados.

Se dice que el día de su muerte el hombre se acostó a descansar plácidamente para no despertar nunca más, tuvo una muerte serena y tranquila, sin dolor ni sufrimiento.

Tumba con magnífica escultura

Al enterarse de la noticia los lugareños lloraron por varios días su pérdida, pero cumplieron su promesa, enterraron al señor Caamal en el interior de la gruta debajo de una gigantesca piedra de varias toneladas de peso, su tumba fue tallada con la imagen de un indio maya con un gran penacho de finas plumas.

Esta petición se cree fue realizada para que siguiera cuidando y dirigiendo los destinos de su pueblo, tal y como lo había hecho en vida. Como un homenaje a su querido dirigente, el pacífico pueblo decidió nombrar a la gruta desde ese entonces Ak’tun Caamal. 

En la actualidad, si se visita la gruta, se puede observar en su interior la tumba con el indio tallado en unos de los extremos y a escasos pasos se encuentra una roca en forma de fuente que se levanta dos metros sobre el piso de caverna. En la cima de la formación rocosa se halla una pilita que tiene la particularidad que siempre se encuentra llena, misteriosamente no se puede ver de dónde obtiene el agua, si se retira el líquido, se verá que en breves instantes recobra su nivel anterior hasta llenarse de nuevo, si se retira de nuevo ocurrirá lo mismo, sin importar las veces que se haga. 

Lo interesante es que muchos campesinos y cazadores de Akil aseguran haber visto por las cercanías de esa gruta a un hombre vestido de indio maya, con un gran penacho de plumas preciosas sobre su cabeza, también relatan que al verlo experimentan una gran paz y tranquilidad, como si estuvieran en un sueño muy profundo. Es posible que se trate del gran señor Caamal, guardián de su pueblo y de gruta que lleva su nombre. 

Esta leyenda me la platicó don Víctor Navarrete Muñoz, a quien como siempre le agradezco sus atenciones para enriquecer esta sección.

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